El secreto susurrado
Donde la gente todavía se iluminaba con el candil, donde solo eran “señores” el cura, el alcalde y el conde; y al doctor se le daba el rango de Don, los demás habitantes del pueblo de mis amores, todos pasaban a ser “tíos y tías” Allí, en aquel entonces hace ya, más de siete décadas, la gente era simple, pero también sucedían cosas. ¡Débil es la carne!
Obviaré nombres.
Un cierto día en que el tío “A” estando trabajando en la sierra, vio por pura casualidad como la tía X y el tío “M” mirando cautelosos a sus alrededores para asegurarse de que nadie los veía, entraban apresuradamente en un refugio destinado a guardar herramientas de labriego. Mucho no tuvo que pensar el tío “A” para comprender de que iba la cosa. Cuando al atardecer, llegó a su casa, cansado pero sonriente, cosa que por lo común sucedía muy rara vez, su mujer le dijo: -“Hijo, ¿qué mosca te ha picau hoy?”- “ Mas bien han sido una pareja de moscardones. Te cuento, pero lo que oigas por la oreja ojito que no te vaya a salir por la boca” -¿Qué dices hombre? ¡Ni que fuese yo, una alcahueta! Esa fue la mecha que prendió un reguero de pólvora por todo el pueblo. De fulana a zutana y de zutana a mengana cuchicheo va, cuchicheo viene, las mujeres en el lavadero público, y los hombres en el café, seguían podando el árbol para echar más leña al fuego. Milagro fue que no se pregonara el secreto. Pero... ¿Quién levantó la perdiz? ¿Quién sacó del limbo a la mujer ultrajada? ¿Nadie? ¿Intuición femenina? Lo cierto es que ella si, supo sacar su temple. Al medio día, cuando el sol cae perpendicular los labradores suspenden sus labores y acuden al yantar. El tío “M” al entrar en su casa se llevó la gran sorpresa. El mantel blanco de la abuela vestía de fiesta la mesa. Una enorme cazuela de arroz al horno sazonada con los mejores manjares esperaba a los comensales. “Chica, ¿Qué festejamos hoy?” A lo que presta su mujer le respondió: “Pues vaya, ¿qué te parece si festejamos tus amores con la tía X”.
Por la tarde, estando toda la pandilla de chiquillos jugando en los olivares mi amiga Teresita dijo ufana: “¿Sabéis? Mi “mare” hoy a dado una fiesta.
2 comentarios:
Trinidad, pese a entrar muy tarde, este mes, tengo el honor de ser primera. Me ha parecido risueño el relato, anda esos "niños" traviesos que han pensado que nadie los veía... Y qué poco supo guardar el secreto esa Señora del tío "A". En fin así se tejen las historias. En verdad me agradó. Te mando un gran abrazo, Laura B.Chiesa.
Trini como siempre , tan cálidos tus relatos pueblerinos, y tan ricos en ternura. Me gustó mucho.
Besosssss jóse
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