domingo, 26 de septiembre de 2010

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2010


El cinturón de carpincho Aníbal

Le habían dicho a Anibal , que el podía comprar a un precio lógico , en la zona de Balbanera . Era lo único que le faltaba antes de salir de viaje a Pontevedra. Lo que Anibal no se animaba a comentar a sus amigos y compañeros de oficina , era que el cinturón de carpincho , además de gustarle mucho , le servía para saber si engordaba o adelgazaba. Al momento de salir ,el sabía que lo compraría lo más justo posible . No admitía que por un viaje a la tierra de sus padres y hermanos mayores , resultara como consecuencia , venirse con muchos kilos de más. Fue a Balbanera. Recorriendo los negocios no lograba encontrar el cinturón de carpincho . Bastante decepcionado estaba , cuando al doblar una ochaba , observó un pequeño y muy sencillo negocio . Detrás del mostrador , un señor mayor , con sus ojos un tanto cerrados , dormitaba el cansancio del tiempo o el pequeñito sol tibio le generaba un suave levitar . Anibal obserbó detrás del buen señor , en un estante no demasiado alto , lo que tanto buscaba . Enrollado y no muy apretado . Entró , le pidio de probárselo , averiguó el precio y así terminó el principio de un sueño. Lo tenía puesto , no le apretaba , ya había oscurecido , pero él regresaba sin haberse puesto el saco . Sabía que su cinturón justo y con muy poco resto , lo estaba comenzando a lucir .

Le encantó tanto llegar a Pontevedra , abrazar a sus hermanos .El mayor de todos , le llevaba a Anibal quince años . Anibal lo pensó , pero no comentó nada .Todo lo contrario , elogió tantos y díversos recibimientos , regados con vinos de distintos varietales . En las noches , en su cama de hotel, pensaba como el sol del mediterraneo , le suma años a las personas .

Todas las mañanas , se colocaba suave y lentamente su cinturón de carpincho .Al tiempo ,aproximado de un mes y medio , en que se acercaba su regreso ,descubrió que no se lo podía poner .

Llegó parte del pueblo , a querer que abriera la puerta o la ventana . El silencio era total . Transcurrió un día , dos tres , recién a los veintidos días ,Manolito , un muchacho alto y fuerte tiró abajo la puerta y se encontró a Anibal colgado de una araña grande y pesada , con su cinturón carpincho apretandole el cuello .

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parecio muy bueno , pero terriblente tragico Lia

ALICIA CORA dijo...

Muy bueno, realmente una joyita. Felicitaciones y u7n beso Alicia Cora.

Anónimo dijo...

Muy original y sangriento como a mí me gusta. Yo por las dudas no me voy a comprar ningún cinturón. Te felicito. Siempre me sorprendés con relatos de calidad. Ya te tengo en la lista de mis escritores preferidos vivos. Marcos

Marta Díaz dijo...

Abel: ¡Cuánta carga de alegría, expectativas y frustración se oculta detrás de un simple cinturón! Hermosa y triste historia...