lunes, 24 de septiembre de 2012

Delfina Acosta-Paraguay/Septiembre de 2012


La perra guerra

Los gobiernos de Bolivia y Paraguay hicieron que miles de jóvenes perdieran la vida en el territorio chaqueño, en una confrontación bélica que duró tres años. Dejaron de existir en el infierno verde tanto paraguayos como bolivianos, porque las balas impactaron en sus pechos o porque la sed los devoró. Siempre pensé que no hay nada tan demencial, tan dantesco como la guerra.
La guerra es el más grave y dramático conflicto sociopolítico que se da entre los seres humanos. Una guerra se intenta justificar porque están en juego los intereses económicos, los recursos naturales y el territorio de un pueblo. Es la guerra la expresión más cruel de la humanidad. Hubo, hay y habrá guerras en el mundo, lamentablemente. Los seres humanos, manipulados o forzados por decisiones tomadas por los gobernantes de turno, se desangran en los campos de batalla, sintiendo que están sirviendo a un bien común. O a la patria. Miles de seres inocentes pierden la vida de la manera más absurda e injusta, mientras que el mundo no para de girar.
Pues bien, sobre episodios que guardan relación con la Guerra del Chaco, escribió recientemente un libro la doctora en historia y escritora Margarita Prieto Yegros. El texto se llama Cuentos de la Guerra del Chaco y fue publicado por la Editorial Servilibro.
Tiene tinte patriótico todo cuanto nos cuenta Prieto Yegros. Cabe decir que su material literario es una suerte de guía, porque cuenta, en forma resumida, cómo se dieron los enfrentamientos entre bolivianos y paraguayos.
Así, partiendo de una suerte de “relatos ilustrativos”, los lectores nos encontramos con la pregunta de un alumno de sexto grado que se dirige a su profesor queriendo saber por qué una calle de Asunción se llama Choferes del Chaco. El profesor responde en estos términos: “En homenaje a los choferes que durante la Guerra con Bolivia condujeron los camiones, venciendo al polvo y al barro de los caminos, para transportar agua y alimentos a los heridos graves”.
Va tramo por tramo avanzando la autora. Nos relata la historia de un comandante mercenario, del Yvy’a, un tubérculo milagroso que calmó la sed de 150 paraguayos, de cómo se fundó el famoso fortín Boquerón. Vale la pena que los estudiantes de estos tiempos sepan por qué hay celebración patria el 29 de setiembre. Había que dar la vida por el fortín Boquerón y los cadetes de la Escuela Militar “Mariscal Francisco Solano López” sufrieron su bautismo de fuego entonces. Escribe Margarita Prieto Yegros: “El 29 de setiembre, agotada por la sed y el hambre, la guarnición boliviana decidió rendirse. El comandante Marzana izó la bandera blanca. Entonces se escuchó el ‘¡piiiipuuu!’ de los soldados paraguayos festejando el triunfo”.
Más que recordar simplemente esta fecha, los paraguayos deberíamos honrar en el más amplio sentido de la palabra a los pocos sobrevivientes de la Guerra del Chaco. Ellos son los héroes verdaderos de nuestra sociedad.
Siendo jóvenes partieron al infierno verde para defender a la patria. Muchos cayeron. Los que volvieron honraron al país y hoy, en el último tramo de sus existencias, merecen sobradamente el respeto, el bienestar económico y la recordación gloriosa de parte de la sociedad.
También los ex combatientes bolivianos son héroes. Se lee en el libro de la autora: “En 1938, un avión pequeño de la Misión Militar de Estados Unidos sobrevolaba haciendo un reconocimiento de la laguna del fortín Yrendagué en el Chaco. De pronto los observadores vieron, brillando al sol, en el suelo, grandes círculos blancos. Aterrizaron y vieron que eran los esqueletos de millares de soldados bolivianos que murieron de sed cuando perdieron la posesión del agua de ese lugar, en 1934.
“Un médico militar afirmó: —El General que más combatientes mató en la Guerra del Chaco fue el General Sed.
“En esa trágica y absurda guerra, millares de hombres murieron de sed. Los sobrevivientes disputaban hasta por los cadáveres para chupar la sangre y mitigar así la sed. La escasez del agua enloqueció a más de uno y el suicidio se hizo común”.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Fue una bestialidad destructora de una civilización más que avanzada para ese tiempo