sábado, 23 de abril de 2011

Loreto Silva-Chile/Abril de 2011

Al Límite                                                                                          

La avenida es en muchos aspectos igual a las recorridas antes y también diferente; eso si, cada vez más distantes del centro de la ciudad y con clientes que decaen en educación y nivel socio-económico. Cuando empecé, hace tanto tiempo ya, me dijeron que esto pasaría, sin embargo, en la juventud una piensa que todo es eterno, nunca está preparada… en realidad jamás se esta preparada para declinar. Las jovencitas que entran al negocio, tal cual hice en su momento, nos desplazan a mí y a otras a una calle distinta con clientes menos respingones. Mas, estoy en la última parada, ya no quedan lugares que me esperen.

Mi familia está acostumbrada a lo mejor; mi esposo, no sé si se hace el ignorante o en realidad no sabe de mi oficio; la verdad digo que trabajo de noche cuidando enfermos y me creen o fingen hacerlo. Si es esto último sería muy triste tendría que aceptar que a ellos no les interesa sino mi dinero… independiente de la manera de obtenerlo. En fin, mi marido me conoció “cuidando enfermos” capáz que hasta sea cierto y esté engañado.

Han pasado varios autos y mis compañeras han sido contratadas, espero que el próximo sea para mí, de todas formas soy la única acá. Ahí veo venir uno… ¡Estúpido! Ha pedido rebaja de la tarifa. Me niego y se aleja, como si él fuera una gran cosa. ¡Oye idiota! ¡He estado con hombres mucho mejores que tú!... ¿Qué tontería estoy haciendo? Trae mala suerte perder al primer cliente de la noche, justo ahora que debo reunir la suma para comprar medicamentos e ir al supermercado.
_ ¡Atrévete! ¡No seas tonta! Eres mi hermanita menor, jamás te metería en algo que no te conviniera, se gana harta plata. Eres una jovencita con la piel tersa, hueles a juventud, te lloverán los clientes. -Eso me dijo ella y le respondí:
_ Tengo miedo, qué dirán nuestros padres… -Entonces insistió:
_ ¿Por qué tienen que saberlo? o ¿tú en realidad crees que cuido enfermos durante las noches?...

Aunque no debí dejarme convencer, aquí estoy. Ahí viene el primer cliente, se ve un hombre decente y hasta buen mozo. Estoy nerviosa las manos me tiritan; recordaré cuanto me han enseñado: no dejar entrever mi falta de experiencia; cobrar antes de subirme al vehículo y entregar el dinero a Malvita; nunca dar los datos reales, seré Magali; exigir el uso de preservativo; dejar que él tome la iniciativa; bloquear mi mente pensando en el dinero; actuar simulando pasión, para ello me han tenido viendo películas pornográficas y enseñándome técnicas del oficio desde hace una semana.
Terminada la noche recuperamos nuestros billetes, que los ha reunido Malvita, la pobre es tan anciana que nadie la solicita, le dejamos una propina y de paso aseguramos que no nos roben.

Ese primer día no imaginé cuanto iba a cambiar mi vida de ahí en adelante... Allá viene otro vehículo. Magali: entra la panza y saca pecho, pon tu mejor sonrisa, prometedora, sensual; debes conquistar ese cliente…

¡Bien!, va uno, otra vez a la espera, mis amigas volvieron y las contrataron, a solas de nuevo, con tres clientes adicionales reúno el monto que necesito.
Disimularé el olor a trago, con un dulce de menta, aunque sólo he bebido una petaca. Continúan transitando automóviles, me ven, bajan la velocidad y siguen de largo, parece que no estoy gustando. ¿Parece? ¿A quién engañas? A los clientes no. ¿Y a ti misma? Tampoco.
Añoro esos tiempos maravillosos en que ellos me pedían, preguntaban por Magali, la más linda, la más mina, no querían a otra sólo a mí.

Me afectó reunirme con mis compañeras del colegio, mientras estudiábamos era hermosa, llamativa; no obstante, al verlas de nuevo me di cuenta que se veían mucho mejor que yo, joviales, bien cuidadas. Parecían hijas mías en lugar de amigas. Oí, sin demostrarlo, el comidillo que giró en torno a esta servidora, entre ellas hablaban de mi facha y de lo agostada que me veía; qué podía decir sin quedar en evidencia, pues nada, así que comenté acerca de mí trabajo cuidando enfermos de noche y lo agotador que ello resultaba.

Estoy consciente que he envejecido rápido: los trasnoches, el trago para darme ánimos, sobre todo al comienzo o en las noches heladas, y al final por darme el gusto. El negocio está malo hoy, siguen pasando autos con lentitud y no se detienen… Creo que deberé hacer algo diferente, el buen tiempo pasó y esto no me está dando dinero. Gané mucho, sí, al comienzo, cuando era carne fresca ni sobajeada ni curtida. ¡Que tonta! ¡No haber guardado un poco de ese dinero! Podría haber instalado un negocio. ¿Qué posibilidades tengo? ¿Dedicarme al sexo duro?, conozco a varias que han dejado la calle y se promueven para actividades no tradicionales. ¿Participar en grabaciones de videos porno? Antes dejaba buen billete, ahora compran uno, lo copian y los venden por nada.
¡Uhm! Pronto deberé darle un giro a mis actividades. ¿Venta de drogas? ¿Tráfico de drogas? Eso es rentable, en este momento no descarto nada, debo generar ingresos y cada día que transcurre me queda menos tiempo, después de todo el próximo mes cumpliré veinticuatro años.


Texto inspirado en un caso real.
A todas las María Magdalenas de este mundo.

1 comentario:

abel dijo...

El personaje se convierte en persona .
Al continuar su lectura, la comenzamos a comprender en sus paradojas.
Muy bien desrrollado y la psiquis del protagonista manifestada en cada palabra.
Abel Espil