sábado, 23 de abril de 2011

Susana Osti/Abril de 2011

A TRAVÉS DE LA VENTANA

        Martín es un observador del mundo, mira los gestos, las posturas, las vestimentas de cada individuo del submundo en el que se encuentra sumergido y encuentra un sin número de hechos; a veces acierta, otras solo forman parte de su imaginación.
        Sentado  a la mesa de un café mira pasar a la gente e infiere:
 -Ese de anteojos lleva el seño fruncido, sus labios están apretados y tiene una alianza en el dedo anular- Seguro discutió con su mujer antes de salir de casa, sus hijos tienen dificultades en la escuela, él quiere cambiarlos de colegio pero ella quiere que sigan allí porque es una institución distinguida, él se desloma trabajando mientras ella gasta el dinero en tiendas de marcas caras, encima se le vino abajo un proyecto justo cuando estaba a punto de concretarse.
-Aquella va corriendo, mira el reloj pero tiene una sonrisa dibujada en la cara- Está apurada por llegar a su casa a preparar el almuerzo para su familia, después de haber ido al banco a pagar la luz, el gas y el teléfono. Pero tiene en su mente los excitantes momentos que pasó la tarde anterior con su amante, revolcada en un cuarto de hotel.
-Un muchacho  tira de las correas de varios perros, pero no presta atención de lo que pasa a su alrededor- Está harto de los perros, espera el momento de recibirse para largarlos al infierno, solo lo hace para generarse algo de dinero extra después de salir del supermercado donde trabaja como repositor.
-Una anciana cruza la calle lentamente, su cara surcada de arrugas- Ha llevado una vida difícil, crió a sus hijos, soportó estoicamente al mujeriego de su marido que llegaba trasnochado día tras día oliendo a colonia barata.
-Una nena llora amargamente del brazo de su mamá- Salió del jardín y pidió golosinas, su madre se las negó y utiliza el llanto para hartar a su madre y lograr sus objetivos, primer indicio de histeria femenina.
-Un chico limpia los vidrios de los autos cuando se corta el semáforo,  con una sonrisa pícara - Vive en una villa, odia a cuanto ser humano se le cruza, detesta que vivan mejor que él, desearía romperles los vidrios y gritarles que tiene hambre, que está cansado, que duerme en un colchón sucio en un cuarto junto a otras cinco personas más, no está seguro de si realmente todos pertenecen a su familia y tiene que cuidarse de que alguno lo viole durante la noche.
-Un florista agrega agua a los jarrones de flores en su puesto de la esquina- Quiere volver a casa con algo de dinero, espera vender todas las flores porque hace calor y mañana estarán todas marchitas, tiene que llevar algo para la cena porque esta mañana su mujer ya no tenía una moneda, sino otra vez mate cocido con pan.
-Una parejita camina tomada de la mano y se dan mimos todo el tiempo- Ella quiere engancharlo, ya tiene edad suficiente y si pierde este tren le va a resultar difícil encontrar otro. El espera llevarla a la cama y pasar a la siguiente.
-Un señor de guardapolvos blanco pasa agitado y con cara de rabia- Es obstetra, una parturienta lo llamó, está a punto de dar a luz. El estaba por irse al club a jugar un partido de golf con sus amigos y después a tomar unos tragos. Ahora no sabe a qué hora se  termina su día laboral.
-Una chica bonita que lleva ropa deportiva avanza sorteando gente- Va al gimnasio, tiene una obsesión con su cuerpo, es anoréxica, corre, anda en bicicleta, le cuesta tener amigos, y mucho más una pareja, intentó suicidarse en varias ocasiones.
-Un hombre de traje, con anteojos oscuros y un buen bronceado mira el interior del bar- Está muy solo, intenta parecer agradable para hacerse de amigos, come solo todos los días, no tiene aspiraciones, ni pareja, ni un buen trabajo. Su vida es pura apariencia.
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      Martín quiso ser médico, fue paseador de perros muchos años, nunca pudo concretar ningún proyecto, no lo aceptaron ni en el hipermercado, su mujer lo engaño con un amigo después de quitarle todo su dinero, tiene una hija con problemas de conducta y otra internada con trastornos alimentarios, está solo, sin amigos, tiene la cara y los brazos morenos de tanto patear la calle. Tuvo muchas mujeres, todas pasajeras, comió pan duro muchas veces, de niño dormía en una cama con dos hermanos,  su padre lo violó repetidas veces.
      Salió del bar y se encaminó a su casa. Con los ojos velados presintió la llegada del tren. Solo hizo falta un paso pequeño, casi deslizado y su historia terminó para siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por las bellas imágenes que acompañan mis escritos.

Rolando dijo...

Los cuentos son un fiel reflejo de la realidad. Celebro que escritores como Susana tengan la facilidad para relatar la observacion de los hechos de la vida.

Mirtha Zarrini dijo...

Hermoso cuento que nos muestra como interpretamos la vida ,a través de nuestras propias experiencias y nuestras emociones ,y lo importante de darnos cuenta y a veces poder cambiar el observador que estamos siendo ,para cambiar nuestra interpretación del mundo ,simple y sencillo pero de reflexión profunda ,felicitaciones a la escritora