miércoles, 23 de abril de 2014

Horacio Semeraro-Buenos Aires, Argentina/Abril de 2014



Anticipo del libro: El Vino, un dios que canta, de Miroslav Scheuba(*), prólogo de Horacio Semeraro

                                                  Prólogo

Eterno y misterioso, el vino fue a través de  la larga siesta de la historia y desde su  atávico, ancestral origen,   la bebida que concilió lo sagrado con lo profano: el vino consagrado en las misas y la pasión eufórica de las Bacanales. La mesurada alegría de la mesa familiar  e inspiradas veladas de amigos,  reconciliadas frente a  noctámbulas  vigilias de amor, locura y ensoñación.    Desde  Dioniso -su dios en la mitología griega- supo inspirar y liberar las artes creativas. Así, el teatro, la música y la poesía, gozaron de sus efectos benéficos. Por ello, el libro que nos presenta Miroslaw Scheuba es un acierto feliz desde la  elección de su título. El vino del olvido de los malos momentos, el conciliador de los hombres, el dueño de la musa , el del brindis que acerca y hermana, el del frenesí, el de la pasión, el de lo sagrado y ritual, el de la confesión sentimental o el del placer compartido, el del silencio , el del llanto,  de la música o el  del adiós. Todo está en este poemario, integrado por versos, prosa poética, reflexiones y pensamientos en espléndidos microrelatos con los que el autor, despierta en los lectores el apetito por la buena lectura, como sabe hacerlo  con  la comida  de su  inigualable arte culinario.
Una frase sobre el vino, una cita, un autor obran seguramente  de “disparador” de su ingenio y creatividad y de su mayéutica  socarrona -que muchas veces prescinde de la ironía- para componer, porque la brújula de su sensibilidad  y buen gusto lo guía certeramente. En otros casos, epígrafes alusivos de autores célebres materializan lo que  el autor intuyó e interpretó sobre el tema, como ocurre con la cita del poeta romano  Publius Ovidius Naso: “Con suficiente vino, a las preocupaciones les crecen alas” (poema 21 y 22).  Dice Miroslaw en su poema 77:
      “Si es poeta tu amante o amigo /…/ Deja que busque la sonrisa del agua,/los pájaros del viento y la brújula del vino. /Si tu amigo o amante es poeta,/ es un ser que escribe en las alturas/ con la pluma que se arranca de sus alas”.Es que no se puede vivir sin soñar. El autor lo sabe bién y por ello se cuida de –parafraseando a J:L:Borges- “no cometer el peor de los pecados: no haber sido feliz” . De allí que no solo nos deleita  de buen ánimo con sus comidas y ocurrencias-porque es feliz con ellas- también nos entrega su poemario con una pizca de humor, unas cucharadas de anécdotas oportunas y mucho afecto e ingenio, cocinando a fuego lento y  adentrándose en la historia  para rescatar el espíritu del vino, la esencia de la poesía , compartiéndola con los lectores.
            Merecen citarse por su elaboración e inventiva, los apartados: El vino entre Afrodita y Eros, Un poco de vino lírico y Vino antiguo y poetas griegos modernos. En todo el libro, nos encontramos con citas de relevantes poetas, amigos, conocidos, acompañándonos como si estuvieran en casa, con la calidez de sus palabras.
No deberá buscar el lector en estos poemas, la métrica o la estructura clásica, porque no la hallará seguramente. Miroslaw escribe en verso libre, con la licencia que la generosa poesía otorga a todos para expresarse. Su espíritu  esquiva las ataduras. Y entonces surge la inspiración y se eleva el relato; le crecen alas a las preocupaciones y con las plumas que arranca escribe sus poemas, que alterna aleatoriamente – a veces de una manera que sorprende por sus ocurrentes mixturas- con los relatos.
  En suma, El vino, un dios que canta es un libro ameno, ocurrente y refinado  que debe leerse como se saborea un buen vino: con tragos breves pero prolongados, paladeados  placenteramente desde la alquimia de su volatilidad. Permitiendo que las volutas de los pensamientos se liberen, ellas también, transfigurándonos, proporcionando alas a nuestros sueños.

(*) Miroslav Scheuba es poeta y cocinero, como gusta definirse a sí mismo. Conocido como "el cocinero de los escritores", Silvina Ocampo y Bioy Casares fueron algunos de sus complacidos  y  conocidos clientes. 


1 comentario:

Miroslav dijo...

Señor Horacio Semeraro:
Querido y amable prologador, primero te felicito y agradezco públicamente tus palabras para mi etílico libro; y luego, me congratulo de poder leer esta fabulosa revista electrónica. Ya estoy colgándola en mi facebook, ya la enjaulo en twitter y ya la ventilo por e-mail. Abrazo, medalla y una buena copa de Cabernet!. Miros