lunes, 22 de julio de 2019

Juan Carlos Vecchi-Argentina/Julio de 2019


SIN PENA NI GLORIA

"Las desgracias màs temidas son, de ordinario, las que no llegan jamàs.".
(James Russell Lowell).


Rompió el espejo grande del baño chico un viernes a la noche medianochando el desgraciado pronóstico popular.
Así como llegó el sábado (en un abrir y cerrar de bostezo hormigo), así nomás desapareció ese día sin novedades en los cuatro puntos cardinales, salvo la pérdida de un tal Clemente Crisantemo marcando presencia en la sección “Necrológicas Antológicas”, del rimado diario local "Diario y Mario rima, pero ¿quièn diablos es Mario?".
En la siesta del domingo lo velaron sin pena ni gloria; por supuesto que estuvo Gloria Pérez, el último de sus amores escondidos, quien dejó en la sala cuatro o cinco lágrimas secas y un ramo de flores insatisfechas; también marcó tarjeta resignada y mortuoria, Josecito Pena, empleado de la sala velatoria.
El lunes, durante el entierro, se arrimaron unos pocos: los mismos cuatro que ya arrimando el martes lo pasaron por las catapultas del olvido.
¡A la miércoles! ¿No eran siete los desgraciados años cuando uno rompe un espejo?

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