viernes, 18 de marzo de 2022

Abel Espil-Argentina/Marzo de 2022


 

CABRERITA ( Parte 1 de 2)

 

El silencio de la tarde dominguera ayudaba a pensar en los espacios de vida perdidos.

Cachito apoyado en el mostrador de los Hermanos García , estaba con la pequeña radio escuchando el partido de Ferro y Huracán. Lo único en su vida que lo concentraba era la radio

apoyada en su oído derecho.

Imaginaba lo de siempre, al terminar los partidos, venían todos a gritarse unos a otros sus errores y aciertos. Pero en mi caso hoy era un día diferente.

Mi mente no se podía desprender de Cabrerita, quizás porque lo conocí de muchacho y pude apreciar sus éxitos y fracasos. Nunca mantuvo una conducta de deportista .

Era en su esencia no un corredor de bicicleta y si lo atraía más los caballos y todo ese mundo de plata acompañado de apuestas. Algunas llegaban a lo más absurdo,

En mi caso no tenía relación con él, pero fogonazo siendo amigo de la niñez sabía de los vaivenes en la vida de ese muchacho nacido en la Agronomía.

El padre se fue el segundo día en que había nacido y le contó su madre que al pasar de los años lo vio con una mujer y dos niñas en la terminal de ómnibus de Retiro.

Lo ignoro y trabajo de empleada doméstica muchos años en la casa los Albarracín Parado hasta que la dueña de casa los encontró una mañana de misa que al regresar por sentirse descompuesta , encontró a su marido desnudo en su propia cama con la empleada doméstica. Hasta ahí llegó su voluntad de trabajo. Descubrió que era más fácil ganar dinero trayendo hombres de distintas edades a su casa sin importarle lo que CABRERITA , ya comenzaba a comprender que su vieja se había vuelto una puta no siendo tan jovencita y una mujer de avanzada edad.

Me incliné un poco y le pedí a Cachito dos whiskys doble porque estaba presumiendo que Fogonazo necesita llegar al final de la vida de Cabrerita y porque llegó a ese final.

Lo único que sabía era que Cabrerita estaba muerto. Fogonazo tomó dos sorbos como para darse impulso y continuó la historia de su amigo.

Este hombre no era lo que pensaban todos los muchachos. Tenía dos vidas. Una la del ciclista.

---Esperá un poco. Decime primero su llegada al ciclismo

Tenía dieciséis años cuando se fue de su casa, ya no toleraba ver la autodestrucción de su madre y el mal trato que le daba.

Anduvo durmiendo en las estaciones de trenes y a la primera claridad del día salía a recorrer los vagones de los trenes. Con las primeras monedas tomaba su desayuno preferido: café con leche con un pancito criollo.

Era un bello muchacho de rulos rubios y piel blanca. La gente le daba y él siempre le sonría a una señora de abundantes senos y mirada atrapante. Hasta que un día se sentó frente a ella y la atildada dama le preguntó por sus padres, y qué otro trabajo realizaba.

Cabrerita no tenía respuestas, solo se animó a preguntarle si vivía con su familia. Siendo grande, le confesó a su amigo que no sabía  porqué había realizado esa pregunta. Lo muy probable era que ese tipo de vida no la soportaba. Él soñaba en volar con una bicicleta.

La dama le respondió que vivía sola, muchas situaciones de su trabajo como bibliotecaria, pero también de su soledad y terminó si no quería vivir con ella,

Cabrerita creyó que estaba soñando. Bajaron en Retiro y el ómnibus 84 los dejó en el barrio de Flores. Florinda trabaja Sáenz Peña 

La casa era pequeña y estaba ubicada en el medio de varias casitas que estaban a espaldas de la enorme Iglesia de Flores.

Cabrerita y Florinda se organizaron para hacer cada uno algún trabajo dentro y fuera de la casa, a la noche charlaban mucho de la vida. A ella le llamaba mucho la atención la madurez de ese muchachito. Él dormía en un sofá muy amplio ubicado en el comedor. Florinda le sugirió que sería bueno que terminara su sexto y séptimo grado primario.

En esos años era lo primero que le preguntaban. Lo aceptó y yendo una mañana hacia el colegio de la calle Ramón Falcón, lo recibieron muy bien y se anotó. Volvía por Varela cuando se detuvo en una bicicletería en la que había un cartel pequeño pidiendo un chico para reparar parches, aceitar las cadenas y llevar a domicilio bicicletas reparadas.

Al entrar no encontró a nadie, palmeó una vez y otra mucho más fuerte.

Esperó, nadie contestaba. Comenzó a los gritos y en la mitad de ellos surgió una señora de casi cincuenta años.

--Muchachito ¿¿¿qué necesitas ???----

----Vengo por el cartel-

---Sabás algo de bicicletas ???---

---La verdad que nada. solo sé que sueño con tener una y volar---

La señora agachó la cabeza, sonrió y le dijo: ---vos vas a aprender pronto, podés comenzar mañana a las ocho, luego almorzamos aquí y a las seis o seis y media cerramos---

 ---Me llaman Cabrerita, a la mañana no voy a poder porque vengo de anotarme en el colegio, me faltan dos años, pero a las doce y diez estoy aquí, ¿puede ser? ---

La dueña se quedó pensando y le contestó que sí.

 

 

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