martes, 22 de marzo de 2022

Luis Tulio Siburu-Argentina/Marzo de 2022


 

EL BROCHE MUERDE LA SOGA DE LA ROPA

 

Extraña paradoja, metafóricamente hablando.

Según como se mire, el broche puede ser un ayudante solícito o un ladrón condenable.

En el primer caso quizás sea el buen vecino que ayuda a la pobre señora que no tiene dinero para alimentar a sus seis hijos, quienes se le cuelgan de la pollera queriendo morder un pedazo de pan.

En el segundo caso puede ser un delincuente armado que entra a la casa de la señora, le roba todos sus ahorros y deja a los seis hijos colgados de la inanición, sin acceso ni a la mordida de una mísera cremona.

Pero no seamos ni inocentes pajaritos ni pájaros de mal agüero.

El verbo morder del título me ha hecho analizar el caso en forma intelectualmente tergiversada.

Me tengo que dejar de joder con las inferencias literarias, que ya la cuarentena molesta bastante.

Lo real y comprobable es que con los broches de plástico y la soga de nylon que compré en la ferretería de Don Calderó, le armé a mi señora en la terraza un sencillo tendedero para que cuelgue la ropa recién lavada, creo que eran seis remeras. No vino ningún vecino a ayudarme.

Esa es la única verdad, y si miro a los costados, veo que todo el vecindario hizo lo mismo. Hay decenas de tendederos en patios y terrazas. Nadie “mordió” el anzuelo. Eso sí, me quedé con unas ganas bárbaras de morder un mignón recién salido del horno.

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