martes, 19 de agosto de 2025

Santiago Espel-Argentina/Agosto 2025


 

Crónica de la muerte del autor

 

Podría ser un primerísimo y magistral plano de Chabrol,

porque llueve en París, y el viento golpea con fuerza

en los toldos de los cafés, mientras un hombre con

sobretodo cruza la calle con un diario bajo el sobaco

y un cigarrillo en los labios, pegado a la comisura.

Sigue otro plano en perspectiva plana y casi velada:

Una camioneta de lavandería dobla una esquina

y embiste al hombre que no ha terminado de cruzar

ni de llegar a la Sorbona, donde al parecer, se dirige.

El cuerpo acusa el impacto y queda laxo en la calle.

Estamos en la Rue des Écoles, es 25 de febrero de 1980.

Un travelling recorre de pies a cabeza al viejo canoso

que ha perdido sus zapatos y el diario del día.

De alguna extraña manera, el cigarrillo sigue pegado

a su boca, y el fino papel se empieza a teñir de rojo.

Después de amagar algo que parece una disculpa

o un gesto impávido de asombro e indignación,

el hombre que maneja la camioneta con ropa limpia,

planchada y perfumada, se aleja del círculo de curiosos

y dobla con vehemencia la esquina, dejando el rastro

de los neumáticos borrándose en la película de agua.

El hombre que maneja la camioneta es una silueta

que no sabe que acaba de atropellar a un viejo canoso

nacido Roland Barthes que habló de la muerte del autor.

El viejo canoso morirá un mes más tarde en un hospital.

Predijo la desaparición y la muerte metafórica del autor.

Encontró una mañana de frío y de manera involuntaria

el signo más concreto de su semántica y su fatalidad.

Los dos inciden en el pensamiento contemporáneo:

Uno por haberlo gestado. Otro por haberlo interrumpido.

 

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