lunes, 20 de diciembre de 2010

Augusto Penas Palmeira-Provincia de Córdoba/Diciembre de 2010

Una historia de amor con final de  río


            Milac Navira era un apuesto príncipe de una tribu inca que se enamoró de Panaholma, una india pobre.  Los padres de Milac Navira no querían que se case con ella porque querían que se casara solo con una diosa, reina o princesa, no menos que eso. Por otro lado, los padres de Panaholma no querían que se case con él porque los soldados del rey cobraban impuestos cada vez más caros e injustificados. Además que se case con un hombre de su misma clase llamado Quilcas. Aún así, decidieron escaparse, la luna guardó el secreto, pero no una estrella, que estaba enojada porque no la habían elegido como madrina de bodas y le contó a Quilcas, quien los siguió hasta el Valle de Traslasierra, donde se casaron. Quilcas mandó a un cóndor a decirle a Milac Navira que por las montañas encontraría el mejor regalo para su esposa y a un picaflor para decirle a Panholma que por los llanos hallaría cabras gordas con las que haría el mejor quesillo para su esposa. Así logró que se separaran y con trucos parecidos, los convenció a cada uno que su pareja estaba muerta. Milac Navira estaba en las Sierras Grandes y Panaholma en La Pampa de Achala. Los dos se largaron a llorar formando ríos que en un momento se cruzaron, esos ríos que aún corren como un amor eterno.

6º grado B
Escuela Domingo Faustino Sarmiento
Córdoba

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