domingo, 22 de junio de 2014

Jacinto Amado-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2014

DE LA TRANSMIGRACIÓN


Estoy muerto. Pero me recuerdo vivo a través de las imágenes que el alma proyecta sobre mi futura vida.

Reconozco mi grotesco andar por el nuevo mundo. Esto de ser cordero no estaba en mis planes. Sin embargo

no me sienta mal esta nueva piel. Pastoreo y me echo a contemplar desde mis gigantescos ojos. Veo todo

mas a ras de la tierra. Pienso y siento como cordero. Recuerdo aquella triste noche de la esquila y la matanza

para que los hombres vivan. Giro mi enorme cabeza. Brinco. Como por arte de magia ya estoy en la trinchera.

Soy aquel soldado herido que jugo su vida en la guerra muerta. Perdida la batalla fue recogido como escombro

en la tierra santa. Mate y me mataron. Murieron todos los sentimientos. Yo fui cómplice de lo increíble. De las

consecuencias. Estoy en el horno. Aguardo expiar mis culpas.

Soy aquella fuerza enérgica que con palabras de aliento salvo la vida de Juan. El suicida. Que agotada su impaciencia

creyó no tener causa alguna para seguir viviendo. No te mates!!. No te tires !! ... le grite .No te salves y me dejes

solo!!. El me escucho y me tendió su mano !!.

Soy esa mano rugosa. Desesperada. Que se estrecha con otras generosas. Esas manos me maravillan.

Escriben. Anuncian que transmigro al alma de un poeta. Soy la pluma que transformo el poema, con aquella denuncia

de la luna oculta bajo el agua para no despertar al calor del sol.

Soy una sombra que llora al pie de la piedra, la muerte de su padre. Y esa irreflexión armoniosa sincopa

de la irreflexión.  Su repiqueteo.  Su música.  Su respiración.  Soy aquel que  no pudo ser.  Aquél  que no fue.

Ese hombre que no nació.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Mmmmmmmm Jacinto !!!! que prosa poética!!!

que estilo el tuyo, que fuerte.

Muy bueno
Beso Jóse