miércoles, 20 de marzo de 2019

Marcelo Galliano-Argentina/Marzo de 2019


PARA IRSE SIN RENCOR

Es así, qué negarlo, todo hombre se equivoca
como la misma luna se confunde al salir
y, al arrogarse el cielo con su confianza loca,
ni piensa que la aurora no tardará en venir.
Y, al igual que esa luna, tal vez por un momento,
uno inventa una historia que llega a lamentar,
pues sabrá que la brisa no es lo mismo que el viento,
que querer es un verbo muy distinto que amar.
Cualquier flor, con poesía, puede ser una rosa,
pero al correr los años uno empieza a saber
que no todo gusano llega a ser mariposa,
que hay labios que no besan sino para doler.
Verá, mujer, que en esto que escribo en mi guarida
no advertirá un reproche, nada que reclamar,
es que si algo he aprendido de vagar por la vida
es a beber mi culpa: vino sin rebajar.
Por eso yo no siembro rosales de rencores,
yo no sé ir por las calles harto de maldecir,
en mi jardín procuro tener hermosas flores,
la maleza la aparto para poder vivir.
¿Qué voy a reclamarle? Fui yo el que no sabía
que la estaba inventando, mi afán por escribir
le puso a sus acciones la dulce melodía
de la que carecía su tan burdo existir.
Fui el que adosó unas alas a su alma tan terrena
con ese vano anhelo de observarla volar,
quien sembró con palabras su más estéril vena
que jamás una gota de sangre vio manar.
Fui yo, no quedan dudas, el torpe enamorado
que le dio buena estampa con su pincel fugaz,
del amor como en todo sólo fui aficionado…
es tan corta la vida, no hay tiempo para más.
Sería bueno que ahora nos tomara el olvido,
que nos ciegue los rasgos con su negro candil,
si guardó algún poema…. delo ya por perdido….,
regálelo al otoño, como una hoja de abril.

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