lunes, 19 de octubre de 2020

María Laura Finochietto-Argentina/Octubre de 2020


 

Baño de luna

 

 

Lucia se despidió de sus hijos en el aeropuerto. El vuelo, a punto de partir, la llevaba a un cambio en su vida.

El destino era una isla en el Caribe, sus amigas le habían recomendado que se tomara unas vacaciones y realizara un baño de luna, para sanar heridas que le quedaron por el divorcio.

Decidida, aunque con ciertos temores, porque nunca había viajado sola, contrató un tour, este viaje era un gran desafío.

El vuelo transcurrió en paz, conversó con varios pasajeros y eso calmó su ansiedad.

Llegó a la isla, se impresionó por la belleza del paisaje, la vegetación y la naturaleza le hizo rememorar la isla de la fantasía.

Una persona se acercó y condujo al pasaje al salón principal del hotel, donde cada huésped debía esperar a su partner. Se alejó de los demás y se sentó a leer, volvió al libro que leía en el avión. Ensimismada en la lectura, no vio que un hombre se le acercaba, pero pudo sentir un aroma muy agradable entre añejo y dulce, escuchó que decía:

- Hola, soy Ronny, su guía y acompañante durante su estadía en la isla.

Alzó la vista, era un muchacho de unos treinta años, fornido, de piel morena y lustrosa. Su belleza la cautivaba, no pudo decir ninguna palabra. Sólo él hablaba en un español atravesado, mezcla con portugués.

Ronny la llevó a conocer las instalaciones del hotel, le explicó la rutina del spa, y en qué consistía el baño de luna. Luego la acompañó a su habitación para que descansara, se verían después de cenar. Pensó que ese lugar era un remanso de paz, se despertó con entusiasmo, se reunió con Ronny, que estaba en la pileta.

Dieron un paseo por la playa, caminaron descalzos por la arena, ya casi había anochecido, allí comenzaba el baño de luna llena. La desnudó, untó su cuerpo con sales aromáticas, le comentó que este baño la calmaría, equilibraba el sistema nervioso y potenciaba la energía. Pero le alertó que era peligroso si se pasaba de tiempo.

Le hizo masajes terapéuticos bajo ese baño de luna, ella se sentía hipnotizada y se durmió. El cubrió su cuerpo acostándose junto a ella hasta el amanecer.

Con el sol que brillaba, se despertaron, la ayudó a vestirse y la acompañó a su cuarto donde la dejo para que tomara una ducha y le dijo que se mirara en el espejo, que notaria el cambio sufrido.

Al observarse, se vio como hacia veinte años. Había bajado de peso, no tenía arrugas, su cabello largo no tenía canas. Era un hechizo.

Se vistió de prisa y salió de la habitación en su busca de Ronny para preguntarle qué había pasado, cómo seguía con su otra fisonomía y juventud.

Lo buscó por todo el hotel, su memoria retuvo sin esfuerzo su cara le llamó la atención que los otros pasajeros aún estaban con sus guías, recorrió la zona de piletas, cansada de la búsqueda infructuosa, preguntó al gerente:

 - ¿Dónde está Ronny?

-Falleció esta mañana.

-No puede ser, tan joven, tan vital.

- ¿Qué tan joven era para usted? ¿Qué edad cree que tenía?

- ¿Treinta?

-No, tenía doscientos diez años.

-No puede ser.

-Se hizo hace tiempo un baño de luna que lo rejuveneció. Ahora es su decisión si desea continuar, o regresar a casa. Por cada cliente que viene a hacerse baño de luna, muere un acompañante, esa es la magia de este lugar. Ronny no regresará, si se queda puede vivir y ayudar a muchos.

Entristecida regresó a su habitación pensando si volver o no, y en qué pasaría si sus hijos la vieran tan joven. Tenía muchas preguntas y ninguna solución.

 

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