lunes, 19 de mayo de 2025

Taller de Elsa


 

Rolando Revagliatti-Argentina/Mayo 2025

Juan Benegas-Poliyon-Argentina/Mayo 2025

Mía, 13 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Acrílico

 

Lucía, 13 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Acuarela

 

Luchi, 13 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Acuarela

 

Leyla, 13 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Boceto a lápiz

 

Jose, 10 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Acrílico

 
Acrílico

Joaquina, 9 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Acrílico

 

Elin, 9 años (Taller de Elsa)-Argentina/Mayo 2025

Collage

 

Silvina, Taller de Elsa-Argentina/Mayo 2025

Grafito

 

Marisa, Taller de Elsa-Argentina/Mayo 2025

Acuarela

 

Jimena, Taller de Elsa-Argentina/Mayo 2025

Técnica Mixta

 

Ana María Guarinielo-Argentina/Mayo 2025


 
 

De la serie Capelinas verde

enmarcado y  vidrio de 20x25 

Fotocopias intervenidas con acrílico
 

Ana Ailén Glavic-Argentina/Mayo 2025

Mix Media

 

Geno, Taller de Elsa-Argentina/Mayo 2025

Acrílico

 

Elsa Fender-Argentina/Mayo 2025

Collage

 

Matías Díaz-Argentina/Mayo 2025


 

Matías Bitocchi-Argentina/Mayo 2025

Tinta china

 

Carmem Andrea Soek Pliessnig-Brasil/Mayo 2025


 

ESPEJO DEL ALMA

 

Mi mirada está más radiante

Admira la vida con precisión

Y abraza las locuras…

A veces realidad, fantasía

Soy dueña de mí.

 

La trayectoria de mi vida

Fue acogida desde el vientre,

Con la ternura de un canto

Que en cada instante arrulla

Mis emociones, experiencias.

 

La lógica de mi pensamiento

Mira en cada ser que pasa

Un reflejo de mi camino.

No me acuerdo de todos…

Pero edifican mi alma.

 

Considerar mis sentimientos

Es mirarse en el espejo:

No somos tan diferentes.

Todos ríen, todos lloran

Hechos de la misma esencia.

 

Traducción de Carmem Andrea Soek Pliessnig

Luis Tulio Siburu-Argentina/Mayo 2025


 

LA ALDABA  

Las nubes grises y bajas de ese Edimburgo de 1328 presagiaban una inminente tormenta.

La aldaba miraba absorta desde su rigidez y óxido de siglos, al hombre de ropas rasgadas, barba crecida y ojos cansados.

Indiferente a esa imagen de impenetrabilidad, su mano rugosa tomó el anillo de hierro forjado. Con lo que le quedaba de fuerza lo levantó y golpeó dos veces.

El sirviente que abrió despacio la pesada puerta exclamó alborozado…-Oh Dios mío, es el niño Eduardo…lo creíamos muerto en la batalla con los ingleses…

-Batallas fueron muchas Williams, todas muy cruentas, tanto como los meses de guerra, pero aquí estoy, todavía vivo y con la alegría de que Escocia siga independiente.

-Adelante niño, su anciana madre está descansando en el jardín de atrás, espere acá hasta que la preparo para la sorpresa. No vaya a ser que no resista la emoción.

-Vaya William, mientras me sacaré estas pesadas ropas de soldado y hágame un favor, prepáreme una bañera de agua tibia.

Eduardo casi se duerme en la bañera relajante, pero tanto era el deseo de alegrar a su madre, que se secó rápido y se puso una camisola ancha y liviana, todo distinto a la vestimenta áspera y pesada que lo acompañaba en los combates y en las frías noches de campamento.

- Eduardo…qué alegría volverte a ver. El soldado la abrazó fuertemente. - No te imaginás lo que sufrí en tu ausencia. Las noticias de la guerra tardaban en llegar y pensaba que no volverías. Se te ve delgado y demacrado.

-Si madre, fue muy duro, largas caminatas a campo traviesa y ásperas luchas cuerpo a cuerpo, pero nos ayudó mucho el arco largo que sorprendió a los ingleses y que revolucionó todo lo que había hasta ahora como armamento medieval.

-No veo el momento de verte de nuevo sonriente y rozagante. Le pediré a William que te prepare tus platos favoritos. Yo misma estaré en la cocina. Tengo presente siempre tus gustos. Merluza y arenque ahumado, con puré de rábanos y patatas. Y de postre cranachan, en base a avena, con mucho whisky, frutos rojos, miel y queso de nata.

- Gracias madre. Sentiré como si nada ha cambiado. Como la aldaba de la puerta de entrada. Te cuento. De noche, sobre el colchón de paja de la carpa de campaña, soñaba con el día que pudiera volver a llamar desde ella, con golpes fuertes, para que aparezca solícito William y detrás vos con tu cabello canoso y sonrisa amplia.