LOS TRES GARBANZOS
Si a Will Smith lo suspendieron en Hollywood por pegarle merecidamente al locutor del Oscar, no quiero pensar lo que le hubieran hecho a mis compañeros del secundario por el permanente bulling que le hacían a los trillizos Pennini.
Por esas cosas raras de la naturaleza, los tres habían nacido con sus respectivos miembros de un tamaño reducido.
Por ese motivo se habían ganado el mote de Los tres garbanzos y la frase hiriente y descalificadora los seguía en el aula, barrio, baño, cine, baile o cualquier lugar que compartieran con los alumnos de aquél tercer año del Colegio Urquiza.
Pero la venganza no tardaría en llegar.
En aquella época existían las madamas que manejaban los piringundines de 25 de Mayo o la Boca, donde los pibes - por pocos pesos y mucha hormona acumulada -hacían su debut en lo que podría denominarse el fast sex, ya que duraba diez minutos y pase el que sigue.
Allí fue tercero F completa una noche de los años cincuenta. Por supuesto no faltó ninguno como hacían en clase, ni por abuela enferma o papá con colitis. La necesidad tiene cara de hereje.
Las que sí faltaron fueron las chicas de la madama que no eran afectas a cobrar poco. Por lo que Doña Celestina se tuvo que arreglar con dos semi profesionales de traste grande y entrepierna al tono.
Los piolas del grupo habían arreglado con la madama, por un pequeño adicional, que las buenas niñas hicieran un ranking de rendimiento y lo divulgaran al final de la ronda.
Y empezó la función. Se hizo una cola e iban entrando por orden alfabético. Algunos no alcanzaron a debutar porque tenían tal excitación que antes de entrar se le mojaron los pantalones.
Y llegó el momento crucial. La madama anunció que los tres mejores promedios eran de los trillizos Pennini.
Fue la última vez que los llamaron Los tres garbanzos. Ahora les dicen Los Banana Split.
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