lunes, 9 de agosto de 2010

Luis Raúl Calvo-Buenos Aires, Argentina/Agosto de 2010


Belleza Nómade
·         Cuando reconozco un punto en el desierto, ese punto lo cubre todo.

·         Entrar, salir, volver a entrar. Así se gestó el otro laberinto.


·         Nada me restituye más que mis propias cavilaciones.

·         Quien crea, algo de él está matando.

·         En el hospicio la vida pasa, como si no pasara. Como a veces nos ocurre, fuera del hospicio.


·         Hay flores que al morir, merecen una buena sepultura.

·          Sueño, y ese gran esfuerzo me consume.


·         La niebla esconde otra niebla. Como la vida.

·         La poesía no es posesión de nada ni de nadie.


·         La palabra que ha perdido encanto se pierde entre las aguas del silencio.
·         El mar arrastra todo pero nos devuelve la memoria.

·         En la esencia de las cosas está la vida, pero sólo la forma del poema desnuda el lado obscuro de esa vida.


·         Una casa con plumeros descree de su propia historia.

·         Sólo recuerdo fragmentos de lo vivido, y me parece recordarlo todo.


·         Revoloteaba la mosca y se estremecía el mundo. Ya no revolotea la mosca ni tampoco se estremece el mundo.

·         Mi pereza de hoy no es igual a la pereza de ayer. Arrastra su carga.


·         Una herida no reconoce otras heridas.

·         Los secretos del alma no toleran huéspedes.


·         Toco la piedra y su dureza me recuerda a este mundo.

·         Ya no volveremos a soñar el mismo sueño y eso es bueno.
    (Del libro “Belleza Nómade”, de Luis Raúl Calvo, Ed. Generación Abierta, 2007)

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