viernes, 23 de agosto de 2013

Emilia Marcano-Venezuela/Agosto de 2013

NO FUE EL AMOR

Cada vez que miro ese hotel
siento un grato sabor.
No se me olvida donde estuvimos,
hace dos pisos arriba y muchas noches abajo.
No planeamos reservar habitación,
pero lo hicimos.
Nos arrancamos los relojes de pulsera,
se partió sin querer tu cinturón de cuero
y nunca supe donde fueron a dar mis panty medias.
Nos hemos desnudado con esa torpeza muy propia
de los preámbulos eréctiles
y nos hemos asesinado a besos
como si estuviéramos en medio de una bacanal de gatos,
como estrellas de películas porno.
No nos apagó nada, ni la jarra de agua
en la mesa de noche,
ni mis instintos perversos,
ni el aire acondicionado a toda velocidad,
ni tus preservativos sabor a fresa.
No perdimos el tiempo,
no fue el amor lo que nos llevó allí,
fue el síndrome de los aleros huecos.
Fui yo, que razonablemente me obsesioné por ti.
Fuiste tú, que llenaste vaso a vaso,
cada una de mis fantasías.

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