viernes, 23 de agosto de 2013

Margarita Rodriguez-Buenos Aires, Argentina/Agosto de 2013

La mesa de café




_ …!!
_ A mí no me gusta hablar de política –dice Mario- ¡Siempre terminamos discutiendo y nunca nos ponemos de acuerdo!
_ Querido Mario: te guste o no, todo es política. Cuando vas a comprar algo, cuando pagás el alquiler, cuando querés cambiar de trabajo ¡Todo es política! – reflexiona Marcos, que siempre lleva temas de actualidad a la mesa de café.
Luis se suma al grupo:
­_ ¡Salú la barra! ¿Qué talco?
Ambos lo miran sin responder al saludo, esperando que siga con sus acostumbradas frases hechas. Acusando recibo, Luis se sienta en silencio, consciente de que interrumpió una conversación importante y trata de involucrarse con el tema.
_ Lo que pasa –le explica Marcos- es que el gallego nos contó…
_Catalán, coño, ¡Qué soy Catalán! ¡Los gallegos son de Galicia! Lo interrumpió Joaquín, el dueño del bar, que en ese momento  pasaba por detrás de la mesa.
_ Tenés razón ga…, perdóname. Te decía que el hermano de… Joaquín quiere viajar a España. El asunto es que no le venden  los dólares que necesita;  hablábamos de eso y... una cosa trajo la otra.
_ Es que yo vengo al boliche a distenderme, no a cargar con los problemas de los demás –acota Mario-. ¡Mirá si  les voy a dar la lata con todas las cosas que me pasaron en la semana! Todos tenemos pálidas, pero la vida sigue. Es cuestión de cargar las pilas y darle para adelante.
_ Me parece que estás siendo un poco conformista al no cuestionar las cosas que están mal en la sociedad  –arriesga Luis, tratando de ponerse a la altura de la  situación.
_ Siempre que llovió paró – lo corta Mario.
 Marcos lo mira de reojo y no dice nada. Luis, viendo que la conversación no rumbeaba para ningún lado, aprovecha la última frase para decir:
_ Hablando de eso: ¡Qué tiempo loco! ¿Cuánto hace que no para de llover? Escuché en el noticiero que tenemos para dos días más y el extendido dice que va a subir la temperatura,  pero el lunes tenemos agua otra vez.
Todos miraron por la ventana como para verificar lo dicho.
_ y, es el cambio climático. ¡Sigamos tirando porquerías a la atmósfera! Esto se está poniendo cada vez peor –sentencia Marcos.
_ Lo que pasa es que es época del niño. Dicen en la tele que es posible que siga así hasta fin de año.
_ Será que Marcos tiene razón –dice Mario pensativo- ¿Saben lo que me compró Mecha? Un desodorante en barra. Dice que Caro le insistió tanto, que tuvo que dejar el que uso siempre en la góndola del supermercado, porque en la escuela le enseñaron que los aerosoles afectan el medio ambiente. La mocosa el otro día me hizo juntar todas las pilas que andan dando vueltas por la casa y guardarlas en un frasco. Cuando se llene el frasco, me quieren decir: ¿Dónde carajo lo pongo? Y parece que Mecha se tomó en serio lo de la ecología, porque ahora junta las cáscaras y la yerba para las macetas, ¡Y guay de que vacíe el mate en el tacho de basura! Las botellas y papeles van en otra caja, y todo así. Ah! Y no compra más palmitos para que no se extingan los monos de no sé dónde. ¡Todo por lo que la nena aprende en la escuela! No, si ahora los hijos educan a los padres.
_ Mal no está –dice Marcos- los chicos asimilan más rápido que nosotros.
_ Sí, pero ¿Qué hace una puta pila al lado de un derrame de petróleo, que son toneladas? Ó ¿Un tubito de desodorante frente a la cantidad de combustible que queman los cohetes espaciales, o la proliferación de centrales nucleares? ¡Esos sí que van a terminar matándonos a todos!

_ Bien Mario. ¿Ahora entendés porqué hay que involucrarse?


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