viernes, 17 de septiembre de 2021

Ana Bisignani Campos-Argentina/Septiembre de 2021


 

Ejercicio divino

Anochecía. La anciana llamó al 911 porque le iban a robar, cosa que podía ver desde su cocina. Le contestaron que, ese día, todos los efectivos estarían destinados a contener a los manifestantes de la plaza del Congreso que se oponían a los que deliberaban dentro de él. No habría personal para otras emergencias.

La televisión mostraba encapuchados que desgarraban las veredas  para arrojárselas a quienes protegían el lugar. Pensó hacer algo semejante. Buscó las piedras que había traído de Jujuy y comenzó a lanzárselas al ladrón. La tercera le dio en la cabeza y cayó. La anciana se asustó y llamó al PAMI. Mintió: dijo que era ella la herida. Al comprobar el engaño, se indignaron. Al ladrón lo llevaron a un hospital y a ella hacia un geriátrico municipal porque dudaron de su capacidad.

El ladrón se repuso y no encontraron razón alguna para detenerlo. Días después recordó la casa que intentó robar y, al saberla vacía, la tomó.

La anciana internada conoció a la madre de uno de los tirapiedras del Congreso. Estaba contenta porque su hijo había sido liberado según lo había podido ver en televisión. Lo indultaron, seguramente, porque determinaron que no se podría probar el hecho en forma individual, y era poca cosa, apenas unas veredas.

En el asilo faltaban frazadas y comida rica. La enfermera le dijo que no había plata. Tenían muchos gastos en el gobierno para arreglar la plaza del Congreso y la defensa de los manifestantes porque eran no pudientes.

La anciana permanecía aletargada a causa de los calmantes, le daban cierta felicidad, evocaba tiempos bellos y gratos. No la afligía ni el frío ni el hambre. Soñaba mucho y era lindo. Se le presentaba Jesús reafirmando: Bienaventurados los pobres porque de ellos será el Reino de los Cielos.

De puro vieja nomás, había olvidado las palabras de Jesús: la única creencia a la que siempre acudía. Le hacía sentir que un robo era sólo un ejercicio dado a los elegidos para perdonar a quienes delinquen.

Semejante sabiduría le dibujaba una sonrisa de íntima calma, de justicia divina, de probada certeza.

 

1 comentario:

noemi ana castiñeiras dijo...


ME PARECE CASI UNA DESGRACIA COTIDIANA
ME SENTI VIEJITA DE GOLPE
Y ME DIGO JUNTA PIEDRAS TE DEFENDERAN MAS QUE LOS MANIFESTANTES DE TODO TIPO DE LOS QUE ROMPEN, DE LOS QUE ORGANIZAN A LOS QUE ROMPEN Y DE LOS QUE MIENTEN
TANTO TANTO HASTA QUE LE CREEN!!!!!!!!!!!!!
ES UN CUENTO REAL PARA QUE PUEDAN RECAPACITAR LAS PIEDRAS
a p l a u s o s