martes, 18 de abril de 2023

Charo Aladro-Argentina/Abril 2023

ÓLEO SOBRE LIENZO DE 38X46 CM.


 

EL PREJUBILADO


 

Hoy hace seis meses que me han prejubilado. A partir de ahora y a todos los efectos soy “el prejubilado”, a nadie le interesa mi nombre ni lo que haré con mi vida en adelante.

Para todos, menos para mí, la vida que me voy a dar va a ser épica. Lo dice uno, lo dicen todos, y yo para no ser menos, me callo. Me callo ante mis excompañeros, me callo con mi suegra, me callo con mi mujer. Si todos dicen lo mismo… “pero de que te quejas, con cincuenta y ocho años, te vas a dar la gran vida, pues anda que no hay cosas con las que disfrutar” yo… asiento, total… para que voy a discutir.

Llevo seis meses levantándome por inercia, por cierto, es lo único que se levanta metafóricamente hablando, mi cuerpo serrano por las mañanas, porque todo lo demás lo tengo dormido, mejor dicho, como agostado. No porque lo haya usado mucho la verdad, porque con esta mujer que me eligió -las que eligen son ellas- y que es como la horchata, es imposible tener excesos. Pero si es que ¡ni ahora que le puedo pillar por sorpresa lo consigo!, ¡si hasta parece que le estorbo!, y ya no sé dónde ponerme para ser invisible, así que me asomo al balcón y aprovecho para fumarme un cigarrillo a ver si con suerte me da un arrechucho y me quedo pajarito. Por lo menos así le sorprendería. Y vaya cara que se le quedaría, eso sí que iba ser una sorpresa. Estoy por fumarme el paquete entero y así, desde las alturas, como un ángel, reírme a mandíbula batiente al verle la cara de estupor. ¡Tía sosa, que eres una tía sosa!

He probado con varias cosas, pero me faltan ganas e ilusiones. Ya sin la niña en casa, ¡madre mía cómo se le echa de menos!, aprovecho para leer, pasear, ir al gimnasio y registrarme en páginas de citas para mayores de 50 años. Es increíble la cantidad de ellas que hay, ahora el problema surge cuando tienes que decir que buscas, ¿qué busco? Casi me da la risa, y yo qué sé lo que busco, a ver… algo ambiguo… eso mismo “conocer gente”. Vaya por Dios, otra preguntita puñetera ¿eres soltero, casado, viudo, en una relación…? No puedo decir que estoy casado ni en una relación, porque van a pensar que quiero hacer un trio o que tengo perversas intenciones que van más allá de entretenerme un rato y, ahora viene lo mejor… cómo explico yo que el que quiera hacer un trio con mi mujer mejor que busque la tumba de Nefertari que seguro que le da más emoción al asunto.

Pero ¿de qué te ríes?,- pregunta mi mujer-, nada, nada cosas mías, contesto.

Mejor voy a seguir elucubrando desde el balcón que indudablemente tiene mejores vistas. Desde mi punto estratégico, y con la compañía del reconfortante aroma de la churrería, diviso la calle de Valencia hasta la pescadería del señor Manolo, mi vecino el del loro, que te abre la puerta con el animal al hombro lleno de excrementos, por eso nunca te compramos nada, me hubiera gustado decirle, por guarro. Si me asomo un poco más puedo ver hasta la esquina de la finca que alberga una oficina del Banco de Santander y que tiene entrada trasera dentro del portal. Ahí llega el furgón con el efectivo semanal… ¡Qué poco interés muestra el de seguridad caray! Parece que le interesa más el cigarrito que las sacas…

Pero… como no he caído antes… no, si ya lo decía mi madre “eres y serás un pánfilo hijo mío”. Ya sé a lo que voy a dedicar mi tiempo libre, solo necesito observar, concentrarme y tomar notas.  Le pediré un poco de la sangre de horchata a mi mujer, además de algún que otro complemento para el atrezo. Ya me lo puedo imaginar, mi entrada sigilosa, anodina, de prejubilado con toda la vida por delante para disfrutar y sin hacer ruido, porque ya formo parte de la población invisible, diré con voz enérgica y firme:

 “Señores, que nadie se ponga nervioso, levanten las manos sin histerismos y sin pulsar ninguna alarma me dan todo el dinero que haya disponible en el banco, sí…sí, las cajas de seguridad también, tranquilos todos y nadie saldrá malparado, palabra de prejubilado”

 

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