Santa Magdalena
Durante muchos años peregriné buscándome.
No advertí que enfocado en mí, perdería.
Ahora, en tus templos
encuentro cobijo a mis cavilaciones:
Vinimos a lavarnos los pies unos a otros.
De qué valen los honores, calumnias,
traiciones, alborozos.
Vinimos a purificarnos.
Déjame secar tus lágrimas por lo que sufriste.
Déjame secar mis lágrimas por el tiempo que ya no.
En tus labios, el mar de Galilea cumple una promesa.
Quiero ordenar mis versos y salmodiar tu nombre.
Siente latir tu pezón al acercarse a mi boca.
Encienden sus candelas los jardines rojos.
El jinete en su alazán aplasta el cráneo de los alacranes.
Al rezar intento rozar tu belleza.
Las letras son el último éxtasis.
Vinimos a limpiarnos los pies unos a otros.
Vinimos a perdonarnos, hacer la música del espacio, resucitar.
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