Conserva siempre una pequeña llama en tu corazón.
Aunque sientas el vacío del mundo pesar
sobre ti
como el filo de una espada sobre la piel.
Aunque te nuble el fulgor de tantas guerras inútiles:
los combates de hoy apenas si escriben
unas pocas líneas sobre la conciencia planetaria.
Aunque ignores o sufras por tanta sed
apagada en el fondo del Mediterráneo.
Aunque padezcas el saqueo de ésta, nuestra Latinoamérica,
conserva la capacidad de asombro, la inocencia,
la tenacidad, corazón de perro callejero.
La vieja Tierra sufre los estertores
con tempestades de microplásticos
Atlántico y Pacífico
y aun así
se fabrican olas que renuevan el paraíso.
Aun así hay remedios que nacen del veneno
aun así hay magia e ilusión.
Conserva la llama en tu descenso
su luz te guiará
brindándole en el declive de la vida
brillo a tu mirada
razón y sentido a tu camino
hasta tus últimas pisadas
conserva un rayo de luz.
Aun sabiendo que el prisma del cielo
se ha contaminado.
Nada será perfecto; nunca lo fue
reina en tu imperfección
y goza. Camina, sufre,
si caes, reincorpórate y prosigue.
Gira la Tierra y en su órbita
te muestra la miseria y la opulencia
y su revés:
la verdad tras de las apariencias.
Vive hasta la última gota de tu aire:
es intransferible la experiencia
se agota,
reloj de arena
y en el último instante
sentirás, tal vez, que esa llama
incendia otros territorios
desconocidos
que tu esencia, mínima e incorruptible,
es eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario