sábado, 20 de julio de 2024

Mario Mattiuzzi-Uruguay/Julio 2024


 

ADIÓS AMIGOS

     En las calles de Palermo, donde los recuerdos se entrelazan con las sombras de los árboles, tuve mis primeros amigos. Algunos permanecen en los rincones de la memoria, como fotografías amarillentas.

     Pero hubo uno, un compañero fiel, que dejó una huella imborrable en mi corazón desde que tenía siete años. Cuando aún nos suele reunir, las emociones afloran como olas, y la nostalgia de tiempos pasados se refleja en mis ojos. Es ese “Corazón” de D`Amicis

    Recuerdo los años de los guardapolvos blancos, las mochilas cargadas de útiles escolares, las piedras talladas para la payanca  y las figuritas deportivas que compartíamos en la infancia. Otros amigos también se sumaron a la pandilla, y juntos explorábamos la historia y sus héroes entre líneas geométricas y números dejando la calle y la pelota para los momentos libres, los patios y los sueños.

    Cuando llegó la Universidad, otros sabios amigos arribaron a mi existencia y nos unió aún más. Aunque pasaron los años, juntos transitamos por múltiples caminos, continuamos siendo cómplices de la vida.

     La ingeniería, con ese mundo de turbo máquinas en centrales y plantas con sus controles y comandos informáticos, cables y circuitos de potencia, me brindó nuevos compañeros, de aquí y de allá, traspasando océanos.

    Aprendí a hablar otros idiomas, a interpretar sus escritos  y a tomar decisiones cruciales. Superamos crisis y celebramos éxitos. Pero ahora, al crepúsculo de mi madura existencia, debo despedirme de ellos. Es hora de dejar partir a varios de esos amigos que me acompañaron en tantos momentos. Es justo que así sea. No deben perderse en el vacío del silencio y la oscuridad.

     Seguramente mañana al pasar junto a mi biblioteca, veré los espacios vacíos donde solían ellos estar. Recordaré las horas compartidas, los consejos intercambiados y los cafés que bebimos juntos mientras tomaba notas sintéticas. Aunque no estén físicamente presentes, sé que sus enseñanzas perdurarán en las páginas de recuerdos que atesoro.

    Adiós, queridos amigos, mis libros. Vuestra amistad fue un regalo preciado, y jamás os olvidaré. Que vuestros consejos, es mi anhelo,  guíen a las nuevas generaciones, como lo hicieron conmigo.

    Este emotivo relato celebra la amistad a lo largo de la vida, destacando cómo los amigos –nuestros libros- en silencio, nos acompañaron en diferentes etapas y como con sus consejos y recuerdos van a perdurar cuando el tiempo nos separe.

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