lunes, 22 de julio de 2019

Luis Tulio Siburu-Argentina/Julio de 2018


CACHO


Nació una madrugada del 52 y quedó en la guardia del hospital

Quien lo parió se fue por un trámite y jamás volvió

Lo apodaron Cacho

Cacho de noche, de luz, de estrella, de cielo rojo

De semi luna, de medio sol, de vaho de alcohol, de aroma a yerba

Las enfermeras fueron tías y madrinas que se perdieron en el tiempo

Lo crió una mujer mayor que dormía en la escalinata del Fernández

Su padre fue el mostrador y su madre la vereda

Jamás aprendió el abecedario completo

No conoció el ejemplo de un guardapolvo blanco

La palabra de una sotana negra

El freno de un uniforme azul cuando era pibe

O ya grande, el reglamento de una chaquetilla verde oliva

Se metió en el asfalto caliente con agujeros en la zapatilla

Trastabilló y volcó varias veces

Pero jamás alguna grúa humana lo levantó correctamente

Fue lustrabotas, changarín, lavador de autos, ayudante de verdulería

Lo mínimo para saciar el hambre y tener un colchón para el sueño

Los amigos que deseaba se le escapaban de las manos

Y los amores que soñaba le huían a sus sentimientos

Cachito de vida la vida de Cacho

Se fue joven de ella, empujado por una bala perdida, casi buscada

Alguien, que lo quería apenas y de lejos, sintió arrepentimiento

Y se acercó a su tumba de cruz de madera con pequeña piedra gris

Sobre ella intentó escribir un epitafio

Pero apenas logró un trazo irregular, un burdo garabato

Como un zigzagueante dibujo del destino de Cacho

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