miércoles, 19 de febrero de 2025

Luis Tulio Siburu-Argentina/Febrero 2025


 JUSTO EN EL MOMENTO QUE EMPEZARON A SONAR LOS CASCABELES  


Habitaban unos ratoncitos grises, en una limpia cocina, de una casa cuya dueña tenía un gato cazador, que siempre estaba alerta. Los pobres ratones, no podían asomarse… No pudiendo vivir de ese modo por más tiempo, se reunieron un día con el fin de encontrar un medio para salir de esta terrible situación. - Amarremos un cascabel al cuello del gato –dijo un joven ratoncito. Y por su sonido sabremos siempre dónde está. Tan ingeniosa idea hizo revolcarse de gusto a todos los ratones, pero un ratón viejo dijo con inteligencia: Muy bien, pero ¿Quién de ustedes le pone el cascabel al gato? - Nadie contestò…


El copete es una gran verdad. En la antigüedad, los cascabeles se utilizaban con fines rituales, posiblemente con la creencia de que el ruido alejaba a los espíritus y a otras entidades. Pero… ¿quién se anima a colocarle el cascabel a los peligros que nos rodean todos los días de nuestra vida ?
Hagamos memoria…
¿Se acuerdan de aquel compañerito de cuarto grado, fuerte y grandote, que siempre en el recreo nos hacía una zancadilla simulando que no nos había visto? Nunca nos atrevimos a enfrentarlo o contarle a nuestros padres o a la maestra que nos molestaba. Temíamos a las consecuencias.
¿Han olvidado a aquel Teniente Primero de la colimba, que nos hacía correr injustificadamente, intercambiando cuerpos a tierra y saltos de rana? Jamás se nos hubiera ocurrido enfrentarlo.
Y cuando estábamos de novios y a nuestra futura suegra se le ocurría que comiéramos dos platos de ravioles que ella había preparado con mucha voluntad, cuando nosotros ya con uno estábamos satisfechos. Era toda una aventura decirle que no.
Ni hablar del Ministro de Economía que con sus decisiones hace descender cada vez más el valor de nuestra jubilación. Calladitos seguimos. Ni siquiera una Carta a los Lectores de la Nación. No vaya a ser que la Anses nos corte todo, solo con el dato del DNI.
No entremos a  hablar de los cacerolazos, que es una forma simple, no agresiva y casi hasta anónima de expresar nuestra disconformidad con algo. Pero preferimos mirarlo por televisión, y aunque estamos de acuerdo con la protesta, sentados en el sillón sin salir a la calle, no vamos a ejercer mucha presión para que se cambie lo que hoy nos angustia y acogota.
Siempre lo mismo…como dice el copete… ¿quién le pone el cascabel al gato?
Y yendo al título exacto de la consigna… hoy están sonando muchos cascabeles de peligros que nos afectan.
Tomando parte de la redacción de ella, diría que es justo el momento para reaccionar, para demostrar que no somos ratones que tienen miedo de poner el cascabel al gato.
O el gato nos comerá sin que nos demos cuenta que era más fácil levantar la mano que ser el manjar de los más rápidos, vivos e impunes.

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