lunes, 17 de febrero de 2025

Nechi Dorado-Argentina/Febrero 2025


 

Juana                                

 

 

Era una noche triste, desbocada,

dejó a los niños durmiendo bajo el techo de paja

donde alimañas hicieran su nido desparejo.

Juana entretejió su trenza y la enroscó en su espalda

color de tierra, color de pueblo marginado,

donde precoces surcos, acusaban una edad apresurada.

 

Ella sabía que decir no, era un verdugo cercenador de vida,

asesino de estrellas, de alboradas,

asesino de todo.

Asesino.

 

Ante su paso, frotándose las manos

el proxeneta ladino, prepotente,

preparando  caricias no deseadas

producto del instinto exultante

de las fieras,

frenó su paso,

con el concepto del “patrón” cazando presas,

como dueño feroz de madrugadas.

 

Juana fue p’a la maquila engullidora

secándose una lágrima furtiva,

odió el dolor que como ataque de dioses

del averno,

contaminó su cuerpo llenándolo de heridas.

 

Juana perdió las hojas de su historia

entre los hilos de la tela ajada.

 

A la mañana siguiente, un arco iris

iluminó su cadáver

que aún hablaba,

como el de tantas Juanas

hoy en día…

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