Revelación sin indulgencia
En la plenitud del silencio,
sin palabras, sin sonido, sin voz,
él, el espejo, se atreve a revelarlo todo,
siempre, en cualquier tiempo y lugar.
Muestra la realidad desnuda,
con extrema exactitud,
sin compasión ni piedad,
aunque desgarre nuestro corazón.
Es lámina de vidrio,
pero también,
lámina de verdad.
A veces pienso:
¿soy yo quien lo enfrenta,
o es esa frialdad estática la que me mira?
En su revelación no hay indulgencia,
ni consuelo, ni mentira.
Solo existe el reflejo,
cruel y puro,
que nada añade
y nada quita.

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