lunes, 23 de noviembre de 2009

Foly Galán-España/Noviembre de 2009




A OCHO PATAS
… A mi mentora Pili Pomares…

Capitulo único

LA TELA
Gran parte de nuestros temores suelen ser irracionales o injustificados. Existen una inmensa gama de fobias absurdas que se han popularizado de forma generalizada, supongo que fomentadas por el desconocimiento o la estupidez. Igual que en muchas casas de campo, la ventana del dormitorio de Marta dispone de una magnífica mosquitera geométrica, gratuita y totalmente natural: es una espiral de tela pegajosa que atrapa todo tipo de insectos, evitando que entren en la habitación. Su madre ha intentado eliminarla un centenar de veces, pero la niña se lo impide, las arañas son sus amigas.
Su amiga de la ventana es una tejedora inofensiva, se alimenta de insectos pequeños que atrapa en su telaraña, la cual repara y revisa a diario, concienzuda y meticulosamente. Al contrario que sus otras amigas de patas largas que residen en techos y paredes, qué son depredadoras activas; emplean su excelente visión y agilidad para asechar a sus víctimas e ir a por ellas. A pesar de su mala fama social, las arañas son increíblemente beneficiosas para el hombre: controlan las plagas de insectos nocivos, tanto dentro de viviendas como en cultivos agrícolas. Virtualmente todas poseen glándulas de veneno: lo usan para paralizar y matar a sus víctimas, o para defenderse de posibles enemigos; pero exceptuando algunas pocas especies, la mayoría no son capaces de perforar la piel humana; aparte de alguna extraña reacción alérgica, lo habitual es que la picadura sea inocua.
A Marta le encanta observarlas. Admira la laboriosidad con que fabrican sus telarañas verticales u horizontales, utilizando el viento para que arrastre un primer hilo, hasta que éste se adhiere en alguna rama o superficie, desde donde lanzan a su vez nuevos hilos, formando marcos y radios antes de comenzar con la espiral definitiva. Pasa horas mirando cómo se desenvuelven; cada especie es diferente, con características específicas. Las distingue por sus técnicas de caza: acechantes, errantes, saltarinas, tejedoras.
Sus preferidas son las que cazan al asecho; pueden pasar mucho tiempo sin alimentarse y cuando eventualmente no se les acerca ninguna presa, cambian de lugar, buscando mejores cotos de caza. Permanecen en los techos o paredes de las viviendas, a la espera de sus víctimas, y cuando observan algún insecto revoloteando cerca, corren a por él o se descuelgan veloces, tejiendo una red en la que su futura comida se enreda; luego la inmovilizan, envolviéndola por completo. Otras se ocultan en grietas o rendijas, esperando para saltar y atacar por sorpresa. Las errantes, al contrario, caminan incansables en busca de sustento, principalmente durante la noche.
Hay especies que alcanzan ver un insecto volando a varios metros de distancia y logran seguirlo sin perderlo de vista. Gracias a sus ocho patas se mueven con sorprendente rapidez y disponen de dos colmillos para inyectar veneno paralizante en el cuerpo de sus capturas, qué a la vez convierte en jugo su interior, descomponiendo órganos y tejidos, formando un líquido que posteriormente succionan, facilitando así una cómoda ingestión; se podría decir que las arañas comienzan la digestión dentro del propio cuerpo de sus víctimas. Algunas no construyen telarañas, pero todas usan la seda para fabricar sus nidos, tapizar sus guaridas, asegurar sus huevos, colocar trampas, construir accesos o transportarse, dejándose llevar por las corrientes de aire.
Desde que tiene uso de razón, Marta ha sentido inaudita fascinación por todos los seres vivos; jamás ha compartido ni comprendido esos tópicos discriminatorios que amparan el exterminio a determinadas especies. Le indignan las personas que presumen de amantes de la naturaleza, pero desprecian a roedores, reptiles, arañas o insectos. Por defender a los bichos ha sido repudiada por sus semejantes en innumerables ocasiones, incluso hasta por su propia madre. Aunque afortunadamente, gracias a las súplicas de su hija, poco a poco se ha ido concienciando con el tema de las arañas; ahora, en lugar de matarlas, únicamente las barre.
Éste año, antes de apagar las doce velas que decoraban su tarta de aniversario, la niña cerró los ojos y pidió un deseo, probablemente el mismo de siempre. Ojalá su devoción por salvaguardar todo tipo de vida te genere empatía y decidas imitarla. Así, aunque el resto del mundo derroche insensatez, contaminando el planeta con insecticidas, raticidas y pesticidas, y sacrificando todo aquello que no entienden o les asusta, nosotros podremos dormir tranquilos igual que Marta, sabiendo que Dios creó a nuestras amigas de ocho patas para liberarnos de moscas, mosquitos, polillas y cucarachas.
FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...

Foly: tu "ensayo" es real, cuando se puede anteponer el raciocinio a la fobia. También sabemos, hoy en día, que es un problema genético.
En algunos casos puede ser imitación del entorno, pero, puedo asegurarte, que nace con uno y, hay veces -la mayoría- no se puede dominar la reacción, es algo demasiado complejo. Te saluda, Laura Beatriz Chiesa de Argentina.