martes, 20 de julio de 2010

Yamila Greco-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2010



I.
pujar y pujar
en ampollas quiero

forzar el cráneo

todo perro debería morir
en mi boca

que los ojos escupan tierra
a través del hueso

que me trague el sorbo
si es invasivo

IX
manifiesto que existo:

castigo de mí

última familiaridad posible
estos muros quietos

que saben de los gritos
y del silencio más aterrador

de la soledad más viviente

no se habla de mi sufrimiento
nadie habla

espero el sol como una derrotada

CXIV
confundí la sangre
con la esperanza

demostré la mímica
con la certeza

todavía más

incluso las piedras

pero en mi memoria
habitan muertos

que me enseñan a abolirme 

*
en una tierra donde
los muros se alimentan

de golpes
manos descarnadas

el símbolo es la desgracia
que circunda que persigue

sospecho
que bajo la arrogancia

existe
la metástasis de Dios

un dolor insoportable
pareciera caminar

sobre lo llano

podría ser la trampa
que resulta

cuando la lengua dormita

los latidos existentes
bajo el torso petrificado

de la angustia

el puño del tirano
defraudó mi mejilla

dejó gélida mi boca

tanto frío para soportar
incluso

las miradas

habría que sellar
con tierra

las ventanas los postigos

proteger las costras
que cargamos como bestias

contra la carcajada pública
del corazón

no hay quien
se libre del látigo

quien olvide
los contornos

tal vez finalmente
me estoy acercando

es posible contraer
los precipicios

provocar la forma
que delate

que repugne

ya no brotan visitas
no tiemblan las puertas

advierto el canto
de los que simulan

mi muerte

la humanidad postrada
cuyo manto

desconoce la silueta

incluso el gemido
adorna los espejos

la letra torcida para acaecer
del otro lado

sucede así

si es que huyen
o revelan la sustancia

que torna piedra
a los cuerpos

existe una voz
que suplica

una voz que se alza
impúdica en el Manicomio

donde no tiene escoltas
la apariencia

ni hay riesgo de división
ni simpatías

que se diga lo siniestro
y lo impalpable

es posible reunir
todos los gritos

y aún así
que nadie escuche

añoro nada

el fondo de un ademán
quizás humano

nada

recto es el lugar
del disimulo

escucho el llanto
de todo aquello

que no debiera
haber nacido

Dios aún respira

1 comentario:

silvialoustau dijo...

Yamila , me alegra ver tu poesia, tan excelente siempre, aquí.
Un abrazo,

Silvia Loustau