sábado, 20 de septiembre de 2014

Saúl Buk-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2014



Soneto isabelino


¿Qué oda Señor, puedo hacerle
con todo mi amor al destino?
¿Qué oda?, en silencio, sin hablarle,
después de haber bebido el vino.

Me refiero, a oda con jota.
Tremendo problema es el mío.            
Luego de vaciar toda la bota,
me sentí  con fuerza y con brío.

Entregué todos mis besos a ella,
que siempre los creyó  verdaderos.
La más hermosa de todas, la bella,
y me ofreció  su cuerpo entero.

¡Qué oda, ni oda! En este caso,
la joda devino en embarazo.

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