lunes, 22 de agosto de 2022

Charo Aladro-Argentina/Agosto de 2022

HIJOS DEL MAR. ÓLEO SOBRE LIENZO DE 60X 50 CM 

 

SOY

 

Soy, quién te ayuda a pegar los pedazos de tu alma cuando se rompe,

y quién ríe contigo por nimiedades.

Soy, quién te enseñó que lo que eres solo de ti depende,

y que tú y solo tú, decides hasta dónde quieres llegar

porque puedes con todo lo que te propongas.

Te grabé, día a día, que tu fuerza está en ti y en nadie más

y por eso eres quién eres, inmenso.

 

Puede también, que sea quién más besos te ha regalado en tu vida,

esos besos tiernos que nos ahuyentan los monstruos de la infancia.

Quién te aliviaba cualquier dolor con su mano mágica

en la que confiabas hasta mejorar,

y quién se siente pagada solo con una sonrisa tuya sincera y feliz,

de esas sonrisas que iluminan el alma y cautivan el corazón.

Ahora, soy quién te ofrece mi mano cuando hueles a tristeza

y quién te cura las heridas producidas por las sogas de la vida que marcan

no solo la carne sino el espíritu.

Quién sino yo desearía beber por ti,

la hiel que envenena y que no enseña, sino que corrompe el corazón.

Quién se daría entera por cortar las sogas hirientes

que no enseñan a vivir, sino a sobrevivir luchando.

Ojalá mi deseo valiera para hacerte feliz

porque serías millonario en alegría.

Pero no basta, no.

Y solo me queda darme a ti.

Sin reservas.

Con todo mi amor.

Con todo el amor que solo yo puedo darte.

 

Tenderte mis raíces para que sean tu anclaje en la tormenta

y mis lágrimas por ti, sanen tus heridas como agua de mar.

Ser sin estar.

Vivir para ti que no por ti.

Ser la solución y no el problema.

Unidos en este universo incierto que nos puso cara a cara,

sin dejarnos elegir,

no sabemos por cuanto tiempo, pero sí que sobrevivirá

gracias al recuerdo.

 

A veces, mi presencia te parecerá una eternidad,

pero es efímera.

Y aunque no siempre podrás obtener de mí

lo que necesites en ese momento,

recuerda que no será voluntad mía el romper mi compromiso,

será la vida, cruel a veces, generosa en ocasiones

y la mayoría de los días la sentirás como una broma pesada,

por su incongruencia.

 

No por mi voluntad,

pagarás mis errores inevitablemente.

Los errores siempre pasan factura, pero cuando los sufras

piensa que la vida es imperfecta y sus hijos también,

como una ley heredada e inamovible,

a todos nos toca.

En ese momento mira la naturaleza,

la verás dentro de ti con todo su esplendor

mostrándote el camino recorrido y del que siempre te has de sentir orgulloso.

La vida y nuestros compañeros de viaje, mutamos, todos mutamos

transformándonos en aquéllo que ya existe dentro de nosotros.

 

Cuando muera, no me llores,

aunque a veces tu memoria me eleve hasta el cielo

y en otras descienda hasta el infierno,

no me llores,

recuerda que solo he recorrido el camino antes que tú,

y que parte del polvo del camino levantado a mi paso

quedará adherido a tu piel,

dejándote una pátina empolvada

de los besos lanzados al aire

deseando que te alcancen, fugaces, a tu paso,

y que te recuerden que siempre fuiste el pequeño en mi vida

y el gigante en mi corazón.

 

 

Del libro “Cuéntame un cuadro”

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