miércoles, 17 de mayo de 2023

Jaime Duende De Góngora-México/Mayo 2023


 

El amor no es sustancia si no ente

"Amor." Un par de sílabas, las cuales, presuntamente, implican connotaciones de las que por desgracia, poco puedo decir al respecto.
La vida me ha limitado a observar a la distancia esa difusa y lejana nebulosa que las personas suelen llamar "felicidad." Casi como si por mandato divino me hubiese sido negada toda compasión y anestesia ante los embates de la soledad, la agonía y la desesperación. Vivo con un exodo en el pecho, con un guijarro en la cabeza y con un terrón en el corazón.
Sin embargo, heme aquí. Con todas estas alarmas y focos rojos encendidos. Con esta abrumadora sensación de súbita e inminente tragedia, de ingravidez y despersonalización. Cómo si el verdadero yo mirase impotente desde la parte más recóndita de la psique cómo soy engullido por la caótica espiral de contradicciones que supone en sí mismo.
Cioran cita que: "el amor es una necesidad de ahogarse, una tentación de profundidad. Es en esto que se parece a la muerte."
Considero que, en esencia, la totalidad de las acciones humanas están fundamentadas en el egoísmo. Posiblemente, en el fondo amamos para defendernos del vacío de nuestra propia existencia. Acudimos al amor en busca de una panacea capaz de liberarnos del peso de nuestro propio espíritu. Lo que a la postre, se torna en la condena del incauto que termina por comprobar que el amor no es sustancia si no ente. Un febril y visceral paroxismo de intoxicación metafísica.
No olvidemos que las causas suelen ser inconmensurablemente más complejas y variadas que nuestras explicaciones posteriores a ellas. Las fichas que determinaron cada aspecto, faceta y ámbito de nuestras vidas comenzaron a moverse hace miles de millones de años. La causalidad cósmica es la fuerza creadora más poderosa y el motor divino que rige el tejido mismo de la realidad. 
No había forma, manera, opciones o variables...
El único camino posible era este.

Aquello que no puedes darles.

¡La amo! Verdaderamente lo hago. El amor lo tengo y en abundancia. A puños, a mares, a caudales y multitudes; para quien sea es evidente. Uno se cruza con gente así una o dos veces. Con gente que se te mete en las entrañas, que se te cuela por las grietas, que se te filtra por los poros, que irrumpe por la ventana y echa raíces. ¡Aléjate! Arráncate las entrañas, tapa las grietas, los poros, cierra la ventana y cortarles las raíces. ¡Te absorberán! Se comerán tus entrañas, desgarran tus grietas, tus poros, romperán la ventana y esparcirán sus raíces como una plaga. ¡Corre! Pues una vez que entren por las grietas, por los poros, por la ventana y echen raíces; van a pedirte, exactamente, aquello que no puedes darles. De esa forma, siempre tendrán un motivo para marcharse.

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