martes, 19 de diciembre de 2023

Alejandro Insaurralde-Argentina/Diciembre 2023

 

Un fenómeno político

 

“Rápido y furioso”.

 

La figura de Javier Milei en la política argentina llegó con la pretensión de patear el tablero. Las coaliciones de “Unión para todos” (kirchnerismo) como también la de “Juntos por el cambio”, estaban bajo la lupa por la ineficiencia que mostraron en sus respectivos gobiernos, especialmente en el ámbito socio-económico. La escalada de la inflación, el crecimiento de la pobreza, la inseguridad descontrolada, el cepo al dólar y otras maravillas, dieron letra a un outsider tenaz que los etiquetó a todos como “casta” sin escatimar insultos contra ella. Milei es la voz que quizá muchos reprimían, aun cuando es muy cuestionado por ideas que parecen antipáticas. Alguien que en sólo dos años es capaz de saltar de los programas de TV a la arena política convirtiéndose en el primer economista argentino que disputa una presidencia, es cuanto menos sorprendente. La ayuda económica del exterior tal vez existió, pero lo cierto es que después de un ballotage que superó en expectativas al del 2015, fue elegido presidente con una mayoría aplastante y con otro récord: ser el primer presidente liberal-libertario de la historia. La transición del mandatario saliente Alberto Fernández a Javier Milei fue un proceso doble en donde se pasó también del personaje que vociferaba diatribas a la moderación propia de un Jefe de Estado.  

¿Se convirtió Milei en un fenómeno político? ¿Es el resultante de años de hastío que la gente viene soportando por malas administraciones? ¿O es un oportunista más? Como siempre en materia política, hay un océano de subjetividades y cada quien emitirá su veredicto. Pero hay algo que no escapa a la verdad: los diagnósticos económicos que anunció Milei surgen de datos reales. Y con transitar un poco las calles, veremos la constante paradoja de vivir en un país rico en recursos, pero con parte de su población pobre. Incomprensible para cualquier extranjero que bajó ayer en Ezeiza.

 

Difícil ser colibrí.

 

Milei capturó la devoción de los jóvenes que ya no quieren saber nada con peronistas, radicales, kirchneristas o macristas. Por su naturaleza misma la juventud peca a veces de ingenua, pero en estos tiempos donde los jóvenes capitalizan la evolución tecnológica, la rapidez de la información y la observación impávida del fracaso de sus antecesores, ellos quieren otra cosa. “No voy a cometer el error de mis viejos” “no quiero lo mismo para mí”, y otras tantas sentencias llevaron a estos jóvenes hacia Javier Milei, que encima tiene un perfil de rockstar y se muestra afable con ellos burlando los protocolos de seguridad. ¿Una estrategia? Es probable. Pero funcionó bien en una franja etaria cansada de las chácharas paleozoicas de la política. Ellos quieren un cambio de verdad porque los jóvenes son el cambio permanente. ¿Qué mejor que encontrarlo en boca de un economista que arroja índices reales y llama “casta” a los corruptos de todos los partidos?

La conocida fábula del colibrí de origen zen, nos cuenta:

 

Hubo un gran incendio. Todos los animales huían desesperados y sólo un colibrí iba en el camino contrario. Con el pico tomaba agua de un lago cercano y la arrojaba al fuego. Un tigre intrigado por su actitud le preguntó:

– Colibrí, ¿en realidad crees que podrás apagar el incendio?

El colibrí respondió:

– Probablemente no. Pero estoy haciendo mi parte.

 

Muchos de nosotros hacemos nuestra parte, y en estos cuarenta años desde la recuperación de la democracia, nos formamos, trabajamos y echamos raíces con el doble propósito de la realización personal por un lado, y del amor a este terruño por el otro. Pero qué difícil es ser colibrí cuando abundan tigres viciosos que están al frente de una república. La era de estos tigres debe terminar alguna vez y los jóvenes, acertada o ingenuamente, le ponen fecha de vencimiento.

 

Saber ser rey.

 

A Javier Milei se lo emparenta con un león que a su vez “viene a despertar leones”. Su espacio “La Libertad Avanza” se nutrió de esta simbología con la brújula apuntada hacia el liberalismo libertario que, como dijimos, se presenta como una novedad en la gestión. La designación de algunos miembros para su gabinete fue sorpresiva por tratarse de nombres medio rancios de la escena política, muy discutidos en otros tiempos. Esto no alegró a todos sus votantes, pero Milei es economista, y se cree que la primera y última palabra en términos económicos las tendrá el propio Milei.

“Estamos al borde de una hiperinflación y habrá ajustes” fueron sus palabras en campaña, y aun con esta sinceridad inédita consiguió el apoyo de gran parte del electorado. Si Milei es sólo un técnico que arribó a la política sin mucha experiencia previa, lo sabremos con el tiempo. Es cierto que se complica la gobernabilidad sin tener mayoría en cámaras ni representación en las provincias. Habrá que tener más cintura que nunca, y le tocó a él.

El folclore popular reza que el león es rey en la selva, pero sabemos que es una errada asignación de pertenencias. Los leones habitan en la sabana, no en la selva. Poner el orden que falta sin abusos, acomodar las cuentas, pagar las deudas sin el sacrificio del pueblo, consensuar con opositores feroces, serán tareas enormes propias de un león con la mente fría y la sangre caliente. Un segundo de descuido, una movida en falso, y lo avasallarán. Esperemos que Javier Milei sea todo un rey de la sabana y no de la sábana. Que no se duerma.

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