EN EL FONDO DEL MAR
No había viento ni oleaje. Era un buen día para bucear. La bahía dominicana de Samanta estaba tranquila. Me coloqué el traje de agua y cargué a la espalda los tanques de oxígeno. Solté las amarras del bote y remé hasta doscientos metros mar adentro. Me arrojé al agua y comencé a hundirme.
Era una costumbre diaria desde hacía años. Deslizarme entre la vegetación subacuática y tomar fotografías del fondo submarino, siempre atractivo y misterioso. Moluscos y plantas de múltiples colores. Peces de diferente tamaño se movían como espermatozoides por delante y costados. Hoy quería buscar algo diferente. Algo que me asombrara. Porque hasta la rutina a veces aburre, aun cuando fuera una linda rutina. Hermosa tanto por la soledad como por el silencio. Una sensación de alejarse de la sociedad rumorosa, ansiosa y muchas veces angustiante.
De pronto los vi. La estrella y el caballito.
El color blanco de sus cuerpos se destacaba sobre el oscuro del fondo.
¿Charlaban entre sí? ¿Descansaban? ¿Se arrimaban palabras de amor? ¿El caballito quería penetrar a la estrella y no encontraba la posición adecuada? Creo que esa era la realidad más aproximada.
Vaya a saber lo cierto de esa intimidad, pero seguro olvidaban que eran observados. O diría que no les importaba.
Sentado sobre una piedra, no me animé a fotografiarlos. Me parecía que el Dios Poseidón podría interpretarlo como la violación de un romance y me castigaría de alguna manera, bajo las leyes de la justicia del mar. Quedé observando con una curiosidad que lindaba con el goce. No solo porque jamás había sido espectador de tal acto, sino por la dulzura que emanaba de él, allí en la inmensa tranquilidad del fondo y a la vista libre de todo el mundo acuático.
De repente unas burbujas que se elevaban indicaron que ambos habían llegado al orgasmo. Eran felices y parecían mirarse mutuamente a los ojos.
No hubo foto pero quedó en mi retina aquella escena. La guardo en el álbum de la memoria de mis mejores experiencias submarinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario