martes, 27 de septiembre de 2011

Graciela María Casartelli-Provincia de Córdoba, Argentina/Septiembre de 2011

Fotografía


El matiz degradado en sepia, sobre uno de los ángulos,
en recorte abrupto oscurecido,
        enfrentado a un vaporoso volado blanco níveo.

Brillantes calzados, ajustando el apoyo,
aseverando la existencia terrena,
sólida, segura, entusiasta.

La otra figura, con brazo enlazado;
mirada firme hacia el centro.
Dos colosos de erguido realce,
iniciando la colosal carrera;
la jactancia sobre el paso dado,
con encuadre estricto en un tiempo
                                             y en un entorno.
Expectativas cubiertas e ilusión segura.

En un costado, abiertas sonrisas,
consumando el momento.
Rizos jóvenes sobre semblantes de porcelana,
iluminados de frente por la copa triunfante:
El trofeo escultural preparado para la fiesta.

Elegantes entalles en cuerpos esbeltos, tras extensos esfuerzos.
Manos ansiosas que tienden a lo alto,
esperando un sortilegio volante, de fines mágicos.


En un apartado del recinto, otros semblantes en redonda:
Ansiosos, enjutos, alegres, distantes, turbios, degradantes;
                                                               que observan la escena.

¡Cuántos pensamientos entrelazados!

¡Cuánto sabor a nada y a confite sin aliño,
olor a prendas gastadas simulando un detalle distinto!

¡Cuán lejos todos de todos!
Entre alcoholes que se evaporan;
entre cigarros oscuros en los labios de machos de estirpe
y perfiles desabridos de mujeres hastiadas!

Un instante en el tiempo, sobre la misma repisa.

Ventiscas de años, propagadas
Entre calores ardientes
                                         y feroces inviernos.

¿Recuerdas ese entonces?


Perfiles perfectos que no sabían de muecas,
desilusiones, tormentos, mezquindades y abandonos.

Tiempo preso entre aquel idealizado tramo perfecto,
inmóvil, nostálgico, sublimado…

Qué poco entendía de desvelos,
de cunas hambrientas y cunas vacías.
Del enfrentamiento entre el tronco y una rama manceba.
Del cotidiano paso cansado del día tras día.
De la fatiga del músculo y la boca crispada.

Difícil el salto a nuevas escenas,
sin mutilaciones ni apegos, al pasado triunfante.

Difícil el velo sobre lo sin retorno,
que permitiera expandir las alas, hacia cielos nuevos.

1 comentario:

Graciela María dijo...

¡Gracias amiga por esta publicación! Sabes que es un honor para mí estar en este sitio. Con el cariño de siempre.