martes, 21 de abril de 2015

Alicia Scordomaglia-Argentina/Abril de 2015



REGALO DE CUMPLEAÑOS
Anselmo había ido a buscar unos papeles a la escribanía , y me había dejado de guardia por si caía algún cliente…
El negocio estaba vacío  .Yo, de espaldas al mostrador, ordenaba unas latas de tomates…
Me pareció escuchar unas voces.
 Empecé a temblar. ¿Y si eran chorros?…
¡Maldita inseguridad!.... Los asaltos y arrebatos, son moneda corriente…
Los vecinos hablan de “Los matungos”,  una barrita muy densa, que viene haciendo de las suyas en el barrio. Ya  “visitaron” la panadería de la esquina, la carnicería de don Cosme, y  también la verdulería de Lucrecia…
Tienen fama de violentos… Siempre falopeados hasta la manija…
Me di vuelta muy despacio.
Los observé un instante, con una mezcla de ternura  y desconfianza…
Una pareja de jovencitos andrajosos…
Ella, vestía una remera rosa de algodón y un short negro deshilachado… Tenía las manos en la cintura, mientras lucía, altanera , una panza de ocho meses, a punto de explotar…
Él, pelo largo y negro;  jeans re-gastados y un pullover azul, lleno de agujeros…
 Daban lástima…
-¿Qué necesitan?- alcancé a preguntar , aterrada-.
- Doscientos de mortadela y un  lactal de estos- contestó el pibe, mientras tomaba un paquete de pan blanco en rebanadas de los canastos-….
Me incliné para sacar el fiambre de la heladera, lo aseguré y, rápidamente, corté la cantidad que me habían pedido.
-¿Algo más?- esbocé, sin dejar de vigilarlos-…
- No, está bien así…  ¿Me lo anota?  -dijo la chica con voz suave-.
Dudé. Anselmo, se enojaría conmigo…
- ¡Manga de atorrantes, malnacidos!… ¡A mí, nadie me ayudó!  ¡Que vayan a laburar, como tuve que hacer yo desde los siete años!… -suele gritar, cuando mi sensibilidad se ve  conmovida por alguna mirada triste-…
Se cruzaron con él, cuando iban saliendo del almacén… Sonreían, como si llevaran consigo un regalo de cumpleaños…
-Che, ¿esos te pagaron?...
Asentí con la cabeza, mientras terminaba de guardar en la caja registradora, dos billetes de veinte pesos, que había sacado de mi delantal…
No tuve corazón para negarme.
No me apuntaron con un arma y, seguramente, no sabían leer…
El cartel se ve desde la puerta... Letras grandes… Imprenta color rojo furioso:
“NO SE FÍA”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Relato o cuento muy simpático, cotidiano.. me gustó leerlo Loourdes Flores