viernes, 24 de marzo de 2017

Javier Claure Covarrubias-Suecia/Marzo de 2017



PERTENENCIA QUECHUA
                                             

                                 ¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela, carajo!
                                                                                     Eduardo Abaroa.


Aquí nació
la hija predilecta de Simón Bolívar
salitre, algas y arena era su cuerpo
dos faros de alto quilate su diadema
y los muelles sus extremidades

Aquí hilaron
las aves un manto de vicuña
el Illimani escuchó el gemido de las olas
y las bautizó con quenas
con tarkas y charangos

Aquí brotó
el cobre, el oro y la plata
variedades de moluscos y peces
las gaviotas volaron de norte a sur
y la espuma jugaba con las rocas

Aquí trabajaron
hombres con rústicas herramientas
con overoles de bayeta
hasta que llegaron los extranjeros
y la riqueza se convirtió en la vía dolorosa

Aquí flameó
la tricolor en las colinas y en el agua
el fulgor del rojo encendió la sangre de Abaroa
el amarillo cubrió las ricas tierras
y el verde fue la frontera en el desierto

Aquí confundieron
civilización con poderío
se implantó una norma rapiña
Inglaterra detrás del invasor
y a cargar con todo por la fuerza

Aquí tejió
el enemigo la telaraña del crimen
entre pistoleros y capitanes
sin memoria, sin historia
y muy poca noción de la naturaleza

Aquí destruyeron
la Confederación Bolivariana
Portales, su Ejército y los tiranos
se aferraron a lo ajeno
y obedecieron a la Bolsa londinense

Aquí sembraron
metralletas y minas antipersonas en el límite
el Pacífico se convirtió en una contienda
en saqueos
y en allanamientos

Aquí usurparon
el Litoral boliviano hace más de un siglo
y desde entonces sangra una arteria
en el Cono Sur de América
eterna herida abierta en el Continente

Aquí bramó
el viento y las sirenas por la injusta invasión
Genoveva Ríos fue la niña héroe de la bandera
Juancito Pinto redobló los tambores a corta edad
y los Colorados defendieron la Patria

Aquí instalaron
aparatos, locomotoras a vapor
y el nefasto tratado de ultramar
jamás trajo consigo
ni paz, ni amistad.


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