sábado, 25 de marzo de 2017

Miguel Moreno Duhamel-Chile/Marzo de 2017



Entrevista realizada por Miguel Moreno Duhamel a través del correo electrónico a Rolando Revagliatti y difundida en http://www.poesia.cl – Revista “Lakúma-Pusáki”, de Chile, en agosto 2009.



1: ¿Quiénes fueron tus padres, Rolando, y cómo recuerdas tu infancia?

Mi padre, al momento de mi concepción, era un viajante, productor de seguros de capitalización y ahorro, que habiendo crecido en la pobreza y el maltrato, en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires y con escolaridad interrumpida en cuarto grado, recorría toda la Argentina con una mujer, mi madre, que habiendo pertenecido hasta sus quince años a la pequeña burguesía, debió abandonar la escuela secundaria y ponerse a trabajar debido al fallecimiento del padre, de profesión contador público y único sostén de la numerosa familia. El que devendría en mi padre ya estaba casado con otra mujer y separado de ella. Así, mi soltera futura madre y mi padre viajaron juntos durante unos cuatro años hasta que nazco yo y en medio de un gran trajín logran establecerse en la, por entonces llamada, Capital Federal. A mi infancia la recuerdo como tortuosa en algunos aspectos y entretenida en otros.


2: ¿En qué momento comenzó en ti el afán por el arte?

El afán, desde que tengo memoria. Desde mi vinculación con la radio, desde mi atracción por todo lo que de ella provenía, desde mi proclividad por imitar a los locutores y a los cantores, desde mi inquietud por llegar a ser algún día uno de esos actores de radioteatro.


3: Rolando, eres actor, poeta, narrador, periodista y gestor cultural. ¿Con cuál de estas actividades te sientes más cómodo y por qué?

Soy actor en el sentido de que tengo una sólida formación actoral y he trabajado en teatro y cine durante unos pocos años en la década del setenta y alguna que otra cosa en los ochentas. Soy poeta sólo cuando es otro el que determina que lo soy. Y cuando estoy imbuido en la construcción de un texto de factura poética. Soy escritor, sí, uno que ha incursionado en la narrativa breve y en la dramaturgia. Definitivamente no he sido ni soy periodista. Así como no soy ensayista ni articulista ni prologuista. Soy un gestor cultural —aunque desde este año, por motivos familiares, he suspendido mi actividad específica de organizador de y en cafés literarios y afines—. Soy coordinador de talleres de escritura y en esa función cabría asentar que me siento cómodo. Pero, no menos que en todo aquello a lo que me aboco. Añadiría que donde me siento más “reunido” es en mi condición de recitador (decidor, intérprete, trasmisor público de textos propios y ajenos).


4: Fuiste corresponsal de la revista chilena “Orfeo”. Háblanos un poco de eso y de tu encuentro con Jorge Teillier. ¿Qué opinión tienes de él y del Larismo?

Era yo jovencísimo cuando, no Teillier sino el co-director, Jorge Vélez, tras publicar un poema de mi autoría en “Orfeo”, esa inolvidable revista de poesía, me propone la corresponsalía en la Argentina. Jorge Teillier, qué duda nos cabe a vos, a mí y a tantos otros, es un “grosso” (porteñismo laudatorio). En cuanto al Larismo, en su momento estuve muy atento a sus manifestaciones.


5: ¿Cómo defines tu poesía? ¿La encajas en algún movimiento o generación literaria?

Mi producción poética tiene diversas vertientes. No defino mi poesía porque no quedaría conforme con lo que llegaría a pergeñar. Ni la encajo en movimiento o generación literaria porque “se me va vertiendo diversamente”.


6: Tu sitio web lo considero muy completo y de calidad. ¿Qué te llevó a entregar gratis tus obras a través de ella?

Me complace, desde luego, saber que valorás mi Sitio de autor. Tal vez el más amplio en su categoría. Cientos de fotografías de escritores, en sus correspondientes Galerías, con los datos respectivos y la posibilidad de ampliarlas, decenas de verdaderas ediciones electrónicas, en más de un formato, así como MP3, todo ello disponible sin autorización previa. Videos de cuya producción soy responsable, reseñas de ciclos literarios, enlaces, información. La gratuidad a la que aludís la considero concordante a mi interés principal: la difusión.


7: ¿Qué piensas de la creación literaria actual en tu país?

Es abundante (como siempre lo ha sido). Y como siempre, abunda la creación y abunda lo que de “creación” no tiene nada. Soy conciente, claro, de que lo que afirmo es una generalidad y aplicable no sólo a la Argentina.


8: ¿Cómo construyes un poema?

Atendiendo a lo que me provoca, Miguel. A lo que me provoca por encantamiento o por asco y por desesperanza. Pretendiendo aprehender lo que me retumba. Y consolidándolo en un texto: pretendiendo la consolidación.


9: ¿Qué valor le das a la poesía? Es decir: ¿la poesía sirve de algo?

Estimo lo intrínseco, lo inefable, lo que es difícil de dar y de servir. Sirve porque no te sirve al modo de lo que en la vida cotidiana te sirve.


10: Por favor, recomienda algunos libros que consideres imprescindibles.

“Dime a quién le recomiendo y te diré qué habré de recomendar.” Eludiendo los consabidos grandes nombres (marcas) internacionales, y canjeando tu proposición por una moderada, circunscripta, como si nos encontráramos vos y yo en un bar de mi ciudad o de la tuya y me pidieras que te sugiriera nombres de poetas argentinos vivos a los cuales rastrear por la Internet, y entonces yo improvisara “a la rápida”, como ahora haré a sabiendas de que dejaré de nombrarte a muchísimos talentosos, y eludiendo también a quienes, con seguridad, ya he recomendado a través de otros Sitios y Revistas, “te tiro” estos autores: Susana Szwarc, Carmen Bruna, Isaías Garde, María del Carmen Colombo, María Cristina Aparicio, Patricia Boero, Juan García Gayo, Alejandro Drewes, Liliana Celiz, Jorge Paolantonio, Carlos Eduardo Gallegos, Patricia Damiano, Claudia Schvartz, Eduardo Dalter, Daniel Horacio Grad, Carlos Alberto Roldán, Santiago Sylvester, Héctor Urruspuru, Alberto Boco, Adriana Barrandeguy, María del Carmen Suárez, Cristina Villanueva. Hasta acá: veintidós. Dos equipos de once.


11: ¿Cuál de tus obras es la que te ha dado mayor satisfacción?

Las satisfacciones provienen de coyunturas. No hay una obra de la que yo conserve un registro de satisfacción predominante. Evocar la aparición de algunos de mis poemarios —“Obras completas en verso hasta acá”, “De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):”, “Trompifai”, “Desecho e izquierdo”, “Ardua”, “Propaga”, “Corona de calor”—, me conecta con satisfacciones troncales. Los otros, los que no nombro, con satisfacciones colaterales. Están, además, los volúmenes de narrativa y el de dramaturgia, y están las antologías. Y están, incluyámoslos, los poemarios que se mantienen inéditos y que me satisfacen bulléndome, como a cualquier ansioso embarazado: “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo”, “Infamélica”, “Habría de abrir”, “Viene junto con”.


12: Finalmente tienes tribuna abierta para decir lo que quieras a los lectores de Lakúma-Pusáki.

Tribuna Abierta, compañero, a un tipo como yo,
lo cierra. O lo amedrenta.
Y aquí, encriptado, a los lectores
de tu excelente Revista, les digo más
así, confesando,
que si les dijera lo que les diría un tipo
que no fuese tan como yo soy acaparando
la chance Abierta de hacer uso
de la Tribuna.


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