sábado, 21 de julio de 2018

Heriberto Luis Pérez-Argentina/Julio de 2018


MONÓLOGO INTERIOR DE UNA PELIRROJA ATREVIDA
                                                           (In memoriam de NORAH LANGE (1905- 1972)
“Hoy me levanté soñando que Oliverio no había muerto. ¿Cómo olvidarlo? Mal que les pese a tantos que me critican, Oliverio fue mi único amor. Yo era para él –según decía- su ‘angelnorahcustodio’. Hubo treinta y cuatro años de febril convivencia matrimonial… Y no cuento los anteriores: los siete años que pasaron desde que Georgie nos presentó –casi sin querer- antes de aquel almuerzo. Vivimos esos años que no fueron de matrimonio pero, sí también, de febril convivencia… ¡Qué relación la de Borges y las mujeres! ¡Qué relación la que tuvo conmigo! Meses de indecisiones para que aquella presentación terminara dejándolo fuera de juego… Con la venia de mamá, habíamos salido del caserón de la calle Tronador mi hermana y yo  acompañados de Borges. Volvimos Ruthy y yo acompañadas por Oliverio… Mi madre no entendía nada. Tardó en enterarse que ese día Georgie, celestino involuntario,  volvió a su casa derrotado. Pero Borges era así… Ya lo era en aquellas tertulias martinfierristas que compartíamos con Ricardo Molinari, Evar Méndez,  Glusberg,  Marechal, Xul SolarRaúl González Tuñón, Macedonio Fernández y, por supuesto, Oliverio. Cómo me reía cuando sus amigos le recordaban a mi marido que él era todo un personaje mundano, con varios kilómetros recorridos. ¡Todo lo que viajó Oliverio! ¡Y todo lo que exploramos juntos! Me acuerdo de aquellos versos que le dedicaron: "A veces rotundo / a veces muy hondo / se va por el mundo / girando, Girondo". Siempre le admiré su valor literario, su desparpajo, su originalidad, ésa que volcó en las páginas de ‘Espantapájaros’, con sus caligramas, su prosa poética y los versos provocativos como los del Poema 12: … Se miran, se presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan / se respiran / se acuestan / se olfatean… Las pacatas de la época se escandalizaban. Bueno… como se enfureció la sociedad porteña cuando muchos me llamaban ‘pelirroja atrevida’ por ser la única mujer en un mundo literario de varones. ¡O peor aún, cuando conviví con Oliverio años antes de casarme como Dios manda en San Nicolás de Bari! Hoy soñé que Oliverio no había muerto… Despertar fue triste, muy triste… ¡Él no está!

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