EN MEMORIA A LAS VÍCTIMAS DE LA TRAGEDIA DE CROMAÑÓN
Bajo el cielo nocturno, el rock resonaba,
la música de Callejeros en el aire flotaba,
pero un destello fugaz desató la condena,
el techo inflamable se convirtió en pena.
Jóvenes llenos de sueños y esperanzas,
niños, adolescentes y almas audaces,
la vida se apagó en aquel infierno ardiente,
dejando heridas profundas, dolor persistente.
Un oscuro destino se desató,
el boliche envuelto en llamas terminó,
el infierno que no cesaba,
la pirotecnia avanzaba, todo a su paso quemaba,
el horror se desató en gritos y lamentos,
el dolor y la tristeza se hicieron eternos,
implacables, inquebrantables los pibes ayudaban
a rescatar algunas almas que aún quedaban
en aquel rincón roquero de Buenos Aires
símbolo de luto, imprudencia e irresponsables.
Hoy recordamos a los que ya no están,
aquellos que en el fuego encontraron su final.
Con lágrimas en los ojos y voz entrecortada,
su memoria en nuestras almas nunca será olvidada.
Que estos versos sea un tributo sentido,
a las víctimas y sus familias, unidos.
Que su recuerdo perdure en cada latido,
y que nunca se apague el amor compartido.
¡LOS PIBES DE CROMAÑÓN, AHORA Y SIEMPRE !
Imágenes enviadas por la autora del poema |
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