Imagen de Camille Flammarion |
ACERCA DEL COMETA HALLEY Y ALGO MÁS
Desde comienzos de enero de 1910, y hasta el 18 de mayo de ese año, un terror cósmico y lunático se abatió sobre los atribulados habitantes de Buenos Aires. No fueron los porteños, sin embargo, los únicos en padecer ese espanto apocalíptico que causó olas de suicidios, escenas de histeria colectiva, quiebras comerciales, tiradas de chancletas y estampidas de todo tipo. Toda la humanidad pareció enloquecer en ese breve lapso, en el que, sólo entre nosotros, produjo 427 suicidios. Culpable de ese singular suceso fue un fenómeno celeste que se repite cada 75 años: la aparición del cometa Halley. Responsable de haber despertado ese temor fue el astrónomo francés Camille Flammarion, quien tuvo la ocurrencia de poner en duda la seguridad de la humanidad en el momento en que la cola del cometa se mezclara con la atmósfera terrestre. Y fue, basándose en esas declaraciones, que un folletinista local vertió toda clase de profecías fatídicas en diez fascículos que se vendían, puerta por puerta, en entrega semanal, al precio de 10 centavos cada uno. Y es a su autor, un tal Domingo Barisane, a quien debemos la difundida expresión: La fin del mundo. Y a la “feminización” del fin del mundo, hecha por Barisane, podríamos agregarle la feminización del cometa. La que ocurrió cuando el cohecho, soborno o retorno, que nada tiene que ver con un fenómeno celeste, haciendo pie en la coima pasó a ser “la cometa”. Algo que, para ser visto, ya no es necesario tener que esperar 75 años.
MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA
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