Octópulo, El pequeño pulpo
__Pero Octópulo, ¿otra vez metiste la pata?
__Cuál de las patas, má?
_Pues no te hagas el tonto. Sabes bien que me refiero al cuarto de tus ocho pies, el que vive enroscado por lo querer colaborar en buscar algas para la comida.
__Ah, mà ya te entiendo. Lo que pasa es que mi cuarto píe en realidad no se llama cuarto pie sino que se llama Pedrito. Es con el que mas hablo y el que, cuando quiero jugar, está dispuesto a seguirme.
__ ¡Pero Octópulo, como le vas a poner nombre a un pié! Cada uno de los tuyos tiene una tarea que cumplir y todos son igualmente importantes. O buscan comida, o espantan a otros peces mas grandes que pueden atacarte, o bien fabrican tinta para esconderte cuando hay peligro. Todos tus pies deben trabajar juntos y ayudarse unos a otros. Para eso la naturaleza te puso ocho. Si no fueren necesarios te hubiera puesto cinco, tres o dos...como las personas que vienen a tomar sol en la playa. ¡No sé como hacen para quedar parados! o como dicen ellos, para caminar... Tampoco pueden arrojar tinta a sus rivales y mucho menos capturar pequeños peces. Uf! Que suerte que nacimos siendo pulpos y no humanos ¿no te parece? Nosotros tenemos tres corazones y ellos, solamente uno. A veces, hasta dicen que lo tienen partido. Ja! En los otros pies que tienen mas arriba y que ellos llaman manos ni siquiera tienen ventosas. No sé como pueden agarrar las cosas sin que se les caigan. Y cuando están en el agua se caen con la primer ola que los sorprende. Puff! Los humanos se jactan que tienen un cerebro pero ha de ser chiquito. En cambio nosotros tenemos nueve, ocho de ellos más pequeños en cada uno de nuestros brazos y que nos ayudan a moverlos. ¿Y el sifón? No, Pedro no me refiero a la soda que usan los humanos y que viene en un envase de plástico y con un pico sino al que tenemos dentro nuestro para movilizarnos y cambiar de dirección cada vez que queremos. ¿Pero sabes una cosa Octópulo? ¿ Lo que más me gusta de vos, y te diferencia de los humanos es tu timidez. Eso si que viene de familia. Si bien tenemos mucha fuerza siempre estamos escondiéndonos en grietas hasta la noche en que salimos a cazar. Vamos Octópulo, no te hagas el sordo. Dejá ya mismo de jugar con tus tentáculos y ayúdame a preparar la cena que tengo aún que limpiar la cueva para que podaos irnos a dormir .
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