jueves, 15 de abril de 2010

Celina Vautier-Buenos Aires, Argentina/Abril de 2010


Ciudad



Una suave melodía atraviesa
el bullicio caleidoscópico de la ciudad.
Pero la vorágine urbana ensordece el sentir.
Como en un teatro siniestro
los actores pasan y hablan.
Nadie escucha sus grises voces.
En medio del tumulto, todos están solos.
Como en una selva, extraños murmullos,
en la penumbra de las galerías,
emiten sus mensajes de miedo.
Al caer la noche, todos se van
y se refugian en sus cuevas.
En la sombra de los jardines inertes,
rodeados por inhóspitas rejas,
risas fugitivas asustan a los últimos pasantes,
que cabizbajos mascan sus ilusiones frustradas,
bajo un cielo sin estrellas, sordos a la luz de la luna,
que canta dulcemente, pero que nadie escucha.

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