martes, 22 de marzo de 2011

Lilia Elena Durand-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011


Un cuento para Sofía

En un charquito cerca de un bosque de pinos, vivía un pequeño sapo llamado Sapolín.
Todos los anocheceres, Sapolín se sentaba a la orilla a esperar que cruzara algún bichito de luz, porque no sé si sabrás que a los sapos les gusta cazar bichitos que vuelan a su alrededor. Se había quedado pensativo esperando, cuando una lucecita  cayó sobre una de sus patas. Se sorprendió porque no lo vio venir y antes de que pudiera comérselo, el bichito de luz se puso a llorar. Sapolín se quedó mirándolo sin saber qué hacer. La lucecita se encendía y apagaba con cada lágrima. ¿por qué lloras? le preguntó. Es que, ¿sabe señor Sapo? Yo venía riendo y jugando con mi mamá y mis hermanitos, cuando una enorme tormenta de viento, nos hizo un remolino y a mí me tiró contra un gran pino. Cuando desperté estaba solo. Encendí y apagué la luz muchas veces (así nos hablamos los bichitos de luz) pero nadie me respondió. Cansado de esperar, emprendí el vuelo en busca de mi familia. Como el viaje era muy largo, me quedé dormido y vine a caer aquí. Mientras esto decía, el bichito de luz se limpiaba la nariz y las lágrimas con el pañuelo de pasto verde donde estaba sentado Sapolín. No llores más, bichito, le dijo Sapolín. Desde ahora te quedarás conmigo y me alumbrarás el camino cuando salga a saltar de un charquito a otro y ningún sapo te podrá hacer daño.
Bichito de Luz, encendió y apagó tres veces su linterna, (así dan las gracias los bichitos de luz)  se metió bajo la panza de Sapolín y se quedó profundamente dormido. Cuentan los otros sapos, que siempre se los ve juntos y a veces Bichito de luz monta sobre el lomo de Sapolín.   

lunes, 21 de marzo de 2011

Dinelly Mercedes Bravo Albarrán-Cebil Redondo, Provincia de Tucumán, Argentina/Marzo de

Luna llena rodando…

Luna llena rodando por un cielo hechizado,
Tres estrellas caminan por el mismo escenario.

Embrujo de astros, conjuro nocturno,
Azul inmensidad espacial que sostiene al mundo.

Una montaña en sombras duerme debajo del cielo,
Dos pájaros de agua esparcen gotas sobre un lejano pueblo.

Los relieves son distintos, no allí los cerros azules que se muestran
Entre luces siderales o esconden su cintura guitarresca.

Allí mueren los colores inefables que la vida ostenta,
Allí de piedra el árbol, de polvo el viento, de soledad la niebla.

Dos amantes andan juntos bajo la misma luna.
No los divide el camino que al occidente se bifurca.

Y juntos desde sus dos regiones atrapan la noche maga y se besan
Bajo la misma luna, sin que nada de lo que el mundo olvidó en las sombras, los obscurezca.

Amado Storni-Madrid, España/Marzo de



 Ernesto "Che" Guevara

LA flor que siempre es flor de Primavera,

el néctar que a los sueños da la vida,

el humus de la tierra prometida,

el triunfo de la lucha guerrillera.


El mundo galopante de ilusiones,

la rosa que ha nacido sin espinas,

tu voz la voz de América Latina,

tu luz la luz de nuestros corazones.


El tiempo descosido de futuros

recuerda en cada gesto al comandante,

romántico, bohemio, reflexivo.

La vida es un enfermo prematuro,

la muerte es la más fiel de las amantes

y Ernesto “Che” Guevara sigue vivo.

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Marzo de

TRES ROSAS ROJAS


Durante la juventud creemos amar

pero sólo cuándo hemos envejecido
en compañía de otro,
conocemos la fuerza del amor.
ANÓNIMO.


De camino hacia el trabajo, Juan no conducía con la debida atención. En un momento dado casi cruza una avenida estando el semáforo en rojo; luego un estridente y persistente bocinazo le indicó que la luz estaba en verde. Avanzó con más precaución, pero el dolor que sentía causado por el deceso de su madre, seguía perturbándole.


Sus padres habían pasado épocas de bastante escasez, pero eso no fue razón para que ni a su hermana ni a él, les faltara nunca nada. La buena convivencia conyugal hacía que la armonía reinara en el hogar, Juan no guardaba recuerdo alguno de que durante la sobre mesa la conversación fuese tema de críticas o de dinero.

            Hoy, al frente de una familia constituida, comprendía el esfuerzo que debían de haber hecho sus padres para darles una buena educación y cubrir gastos del hogar.

  Desde que su madre falleció, su padre se avejentaba día a día. Lo que menos merecía  era estar solo. Consultó con su hermana que hacer al respecto, mas ésta alegó que ella no gozaba de un sólido matrimonio y hacerse cargo del viejo le ocasionaría más problemas. Juan tenía un verdadero dilema: en su casa no había lugar.

Con nostalgia iba recordando instancias de su infancia. Los desayunos domingueros eran una fiesta: churros con chocolate espeso y bien  caliente. Sonrió al recordar el disgusto que tuvo un año cuándo en vísperas de Reyes Magos, unos “ladrones” rompieron su alcancía llevándose todas las monedas. Al día siguiente encontraron en el balcón una cajita con soldaditos de plomo para él y una muñeca de cartón para su hermana.  ¡Pobres Reyes magos! ¡Qué poco dinero encontraron en la alcancía.!
Sin embargo,  siempre le había intrigado el que a pesar del escaso presupuesto nunca faltaron sobre la cómoda tres rosas rojas las que reflejadas en el espejo daban la ilusión óptica de ser un ramo de seis. Quizás algún día descifraría la incógnita
A menudo, Juan, visitaba fugazmente a su padre, pues no podía permanecer largo rato conversando trivialidades y al despedirse y decirle “chau viejo” sólo él sabía la vergüenza que sentía de si mismo.

Así llevaba ya varios meses reflexionando sin encontrar solución y sin atreverse a franquearse con su esposa, porque un temor infundado hacía que pasaran los días sin hablar con Leonor. Y precisamente fue Leonor, quien cierto domingo en que su suegro almorzó con ellos, dijo con gran naturalidad: -“Don Sebastián, tenemos que hablar de un tema muy importante. Usted no puede permanecer por más tiempo viviendo solo...” El buen anciano se puso en guardia, la interrumpió  y se adelantó a lo que él, intuía le iba a decir su nuera: “No se preocupe Leonor. Ya he previsto tal circunstancia. A partir del mes entrante me mudo a una Residencia.” Leonor no creía lo que estaba oyendo y puso el grito en el cielo: “¡Pero hombre de Dios! ¿Qué está usted diciendo? Justo yo iba a pedirle que se viniera a vivir con nosotros”. Juan asombrado miró enternecido a su mujer. ¿Cómo pudo llegar a ser tan estúpido?

Los hijos de Juan, por decisión de mamá Leonor pasaron a compartir la misma habitación, y para que el cambio no fuese tan notable, hizo traer para la habitación del abuelo su mecedora y dos enormes fotografías con marco ovalado dónde en una detenidos en el tiempo se reflejaba la imagen de unos recién casados y en la otra, sonreían dos hermosos niños. Tampoco se olvidó de la cómoda ni de poner sobre ella las acostumbradas tres rosas rojas. Al entrar en la que desde entonces sería su habitación, don Sebastián no pudo evitar un sollozo entrecortado y contagioso. – “Perdónenme hijos míos, son las rosas. Con ellas siempre agradecí al destino la compañera que me eligió”.

Revelada la incógnita, Juan hizo la misma promesa que su padre. A Leonor, tampoco le faltarían nunca TRES ROSAS ROJAS.   

Alicia Balista-Buenos Aires, Argentina/Marzo de

REMEMBRANZA


Pinceladas de auroras
                       iluminan el cuarto lacónico

                 -otoño  tembloroso-
                  (sus hojas esconde)
ramas dormidas   abate el viento

un hornero asoma sobre la ventana
                      lleva en su pico húmeda tierra

con asombro
                     mi mirada vuela tras él
                         hasta la alta casuarina
su silueta danza
con latidos de brisas
aromas de durazneros

voces retumban en mi cabeza
                -imágenes transcurren-

todo se desdobla en mí
                    observo en espejo de agua
                                  a la niña que fui
               -cabellos de humo dorado-

anhelo desprenderme de este cuerpo
                   nacer de nuevo
                       -intacta-

un mutismo feroz hechiza mis palabras
                                               
                               solo quiero
                                          navegar con mis recuerdos
                     

Miriam Brandan-Los Ángeles, California, Estados Unidos/Marzo de

CANCION DE INVIERNO


Las hojas amarillas que ondean en las ramas
De álamos tan altos que llegan hasta el cielo,
Me dicen entonando canciones melodiosas
Que vestido de blanco, ya se acerca el invierno.

Camino entre las parras que se encuentran desnudas
Sus troncos arrugados se inclinan hasta el suelo,
Y en un canto que embriaga al mezclarse con la brisa
Me anuncian tiritando, que ya viene el invierno.

El viento se abre paso entre las grises montañas
Silbando una tonada, tan vieja como el tiempo
Y hambrientos remolinos que buscan hojas muertas,
Me gritan mientras corren, que ahí viene el invierno.

Me alejo lentamente de las viñas desiertas,
El sol aletargado dormita entre los cerros,
Y mientras perezoso comienza el nuevo día,
El valle entero canta, que ya llego el invierno.

Carolina Bugnone-Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Marzo de

hoy la tristeza me abarca
lúcida
estúpida
cínica.

hoy no la quiero,
empieza a abusarse de mí
como se abusa el viento en esta ciudad,
como se abusa el calor en la ciudad de donde vengo.

de la calma gris
de lo perdido
a estas fauces
sólo un paso.

o salto desde un precipicio
o a aguantarse todo.

me quedo en casa
no más,
con mi escueta vida
común
silvestre
urbana,
me tomo un mate
abrazo a mi hijo
y a dormir.

Alicia Adelina Casal-Buenos Aires, Argentina/Marzo de

Me hace integrada a la vida:

El diario participar de mi sangre, conjugándose, en el cotidiano existir del presente.  Sorteando ellos, las diferencias existenciales  y   de conceptos  con los adquiridos  en la infancia.  No necesitan agredir, insultar para disentir y vivir,  inmiscuidos  en una sociedad que poco ofrece para  ser feliz!

No es tarea sencilla, pero se ubican dentro de los cánones posibles de convivir la obligación  y  recibir la alegría de desempeñarse para lograr el sustento.  Mantenerse, ser autores de sus propios proyectos y los esfuerzos necesarios para alcanzarnos.  Siempre  les  dije:  ¡¡¡ nada es totalmente fácil, pero tampoco imposible!!!  y en ese paréntesis encuadran sus vidas.

Como mamá jubilada ya,  a veces cierro mis ojos, y permito que sorteen escollos sin mi participación.   Pienso: ¿si no estuviera?  Igual deberían hacerlo,  y…me va muchas veces, voluntades de levantar el tubo telefónico y decir;  mira aquí, haz allá.  Pero no, dejo que impriman sus propias huellas, solamente dando un toque de cariño y comprensión cuando requieren ser escuchados.

Así avanzo en mi edad 62, con mis demasiados azúcares persistentes, y algunas nanas, que no quiero tener en cuenta, ni que sean parte principal  de mi presente.  Así tengo algunas ausencias, que son solo físicas momentáneas, porque  ya les dejo volar.   Casi todos los domingos, son motivo de reunión, almuerzo familiar en mi domicilio,  donde se apersonan cada uno de ellos, y… los nietitos,  que prestos con la abuela, quieren jugar.

Y regreso al dominó; a dibujar y pintar,  al veo veo y… aprendo cada día algo más de esta trascendencia.  Un compañero  siempre atento, da la voz varonil de la pareja y  participa de las inquietudes en estos espacios, aportando  experiencias útiles  que mis hijos y nietos,  escuchan atentos.

Y ya no con prisa,  me desplazo. Mis pasos son mas lentos, pero no por ello inseguros.
Es hora de mis pausas, de detenerme a observar este mundo sigiloso, vertiginoso y que casi sin pausa, nombra el “hoy como ya viejo”.   Me adapto en lo posible a este rumbo de novedades para no perder  la hilaridad.  Ya no escribo en papel y lápiz, mayormente lo hago aquí en el llamado Word, y sistemas que nos exigen estar atentos a las últimas actualizaciones vigentes.    Y ya ven,…aunque de otra manera;   dejo mi expresión,  comunicación, impresa a través de un teclado que guarda y publica en segundos lo que les estoy contando.     Fuimos elegidos,  para hallarnos aquí,  y como tales, continuaré en el ritmo  que nos ofrece,… S E R… EN… EL… H O Y.


Dios, a todos, nos bendiga…

Juana C. Cascardo-La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Marzo de

CAPTACION

Cuando la Tierra arde en el estío
Cuando los rayos del Sol la quiebran
Con su fuerza,
Me gusta echarme entre los pastos
Y mirar con los ojos entornados,
El azul intenso del cielo
Sin nubes;
Y escuchar los ecos etéreos
Que me llegan,
Desde la inmensidad de las horas
Infinitas;
Pensar en silencio
Con la mente ensimismada
En la vida, los sueños y la muerte.
Quedarme quieta como un tronco
Que adherida a la Tierra ni bosteza;
Para captar las mil formas de las cosas
Y entender a los millones de seres
Que habitan el Planeta.
¨
De su libro VOCES DE MI SILENCIO -1977-

Laura Beatriz Chiesa-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

VIVIR



Vivir es caminar nuestro camino,
sortear escollos, encontrar atajos
que nos lleven a ese puerto luminoso
que condensa el brillo de mil faros.

Vivir es emoción, dolor y entrega.
Es complacer más que ser complacido.
Es dar aliento a quien ya no pelea
porque siente que el mundo lo ha vencido.

Vivir es condensar en un suspiro
el alimento necesario para el día,
y asimilar de él su contenido.
Es aceptar embates y alegrías.

Si podemos cumplir con esas reglas,
sentiremos la paz de haber cumplido.
Seremos caminantes con camino
y el faro final habremos merecido.

Juan Disante-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

Ya no

.
Navegando por las palabras
debo decir, antes que lleguen los críticos críticos,
que antes no había desenfado
ni zafe,
eran épocas donde el culo no se llamaba culo
y el descaro no reinaba
desparpajado.
Ahora somos multitud de timadores
huroneros
recorriendo zaguanes en busca del
bálsamo de semen
y el brillo del oro
el brillo del oro.
San Juan de la Cruz se colgaba de la cruz
apoltronaba su simiente,
Miguel Hernández sensualote y rústico
hizo de la voz su atajo,
César Vallejos prefirió que un jueves tormentoso
asomara la hechura del plenilunio
y el manierismo espantanublados.
Todos ellos le habrán dicho a ellas:
"tu cuerpo es el lenguaje,
tuve la alegría de vivir descalzo
tube el sabor de ser analfabeto
de encontrarme con zapatos nuevos
muchos oximorones y
de a saltos
probar mis vinos destilados".

Ya no.
Repaso la modorra del patán que no fui
que se bañaba en agua de rosas
jocundo
en un pedazo de nostalgia
asomado a un cogote de prejuicio encapuchado.
Desmenuzo la bobonia que no se animó a cruzar
fronteras.
Reviso las malandantes pasarelas
por estrechas y piernijuntas.

Ya no.
Quiero acercarme al erotismo
antes que vuelva el asteroide
de los dinosaurios,
quiero cohabitar la mala vida de la irreverencia
donde está el eros
... y la rendición.


Anahi Duzevich Bezoz-Cañada de Gómez, Provincia de Santa Fe, Argentina/Marzo de 2011



LOS MIEDOS Y EL AMOR

                                                                 
    
Mientras amanece...
               
la noche se sumerge

con sobredosis de cenizas en los párpados

                             queda tensa la ciudad
                                
                             los miedos...

 hacen huecos en las penumbras.


Sin embargo...

el amor...

puede llevar prendida la risa

en el contorno de su cintura blanca

                            hasta integrarse

con la multitud nacida de la infinitud.


La noche es arena negra que cuelga

                               de los rostros...

.
Sin embargo ...

el amor...

puede albergar

en las hendiduras de la oscuridad urbana

las memorias de su fuego.

Héctor Labonia-Miramar, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

   DUENDE MÁGICO

¿Quién te llena de amor
en todo instante?
¿Quién sacía tu ardor
si te hace falta?
¿Quién en la vida te da el sabor
para vivirla?
¿Quién calma tu pena y tu dolor 
cuando lo tienes?
¿Quién contiene el malhumor
que con furor liberas?
¿Quién enciende tu pasión
con tan sólo acariciarte?
¿Quién tiene el sabio valor
de entender tu alma?

No debe ser un hombre encarnado,
sino un duende mágico y alado,
que en tu cuerpo has alojado
y en silencio grato, acurrucado.

Ingrid Loschkin-Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos, Argentina/Marzo de 2011

EL ABUELO JOSÉ

José Loschkin, mi abuelo paterno. El abuelo José. A veces lamento que se haya marchado tan pronto a labrar la tierra de otros cielos, pero era el momento de partir, pues, creo, todos abandonamos este suelo de lágrimas cuando ya no nos queda nada por hacer, cuando hemos aprendido tanto que merecemos el diploma que nos habilita a pasar a un nivel más elevado. Tan sólo once años pude disfrutar de su bondadosa presencia y serán algunos menos de recuerdos soleaditos de caricias. Qué extraordinario hubiese sido compartir con él estos años de mujer, imagino las charlas enriquecedoras e imperdibles que hubiésemos entablado, con su sabiduría y experiencia sumadas a mis ansias de saber, de conocer su historia, sus ideales, sus preferencias literarias. Cuando niña nada de esto pudo ser, durante la infancia uno busca otra cosa en los abuelos, eso que ellos saben dar muy bien. A pesar de tener una escasa instrucción académica, sé que le gustaba leer, porque tenía varios libros en una pequeña biblioteca que él mismo se había encargado de construir. Además, leyendo "La abnegada vida de los pioneros judíos", un relato de mi tía Reneé, su hija mayor, pude saber que el abuelo le contaba sobre los libros que había leído en la biblioteca de la colonia.

A pesar de que tuvo otros nietos, mis hermanos y yo fuimos a los que más "abrazó", todo su amor se expresaba en su sonrisa buena y sincera, en ese esperarnos al abrir la puerta cuando llegábamos de visita. Hoy puedo comprender esa alegría que estallaba en sus ojos, su voz peculiar y sus brazos con los que nos remontaba hacia el cielo. Sé que amaba a sus nueve  nietos y según me contaron, cada vez que había un nacimiento el abuelo plantaba un árbol en su jardín.

 La casa de "los abuelos José" está emplazada en una altura, de pequeña amaba subir y bajar por esa pendiente. En esa época era blanca, creo que lo sigue siendo y si mi paupérrima memoria visual no me falla, las puertas y ventanas estaban despintadas de gris; tenía una ventana grande, la puerta corrediza del garaje, la puerta principal y la del almacén. Del almacén no guardo recuerdos, supongo que lo cerraron unos años después de mi nacimiento. Aún deambulo con el pensamiento por aquel lugar mágico. Siento en la piel el calorcito de su luz tenue y su airecito que encantaba. Por el viejo mostrador y los sillones azules, depositados sobre una altura, a los que nos subíamos junto a mis hermanos y utilizábamos como tronos cuando jugábamos al faraón.

Luego del recibimiento de don José, correr por la salita de estar provista de tres sillones azul oscuro, adornados con almohadones multicolores tejidos por las manos laboriosas de la abuela Dora; atravesar el breve aparador del que "robábamos" los terroncitos de azúcar de la azucarera marrón para llegar a la cocina, donde nos aguardaba la abuela. Cálido lugar, si los había, refugio del encuentro casi siempre a través de la comida. La abuela era una cocinera excelente y él hacía unos asados jugosos para chuparse los dedos. Sobre el pasillo por el que se llegaba hasta el amplio garaje, había un galponcito y allí mismo tenía la parrilla. En el patio, el del inolvidable piso sobre el que el sol derramó su pintura de fuego, el abuelo tomaba su mate amargo sentado en las reposeras de lona y madera, bajo la frescura de la parra proveedora de brillantes uvas negras. A mí me encantaba treparme al enorme árbol que daba a lo del vecino y corretear por los canteros aguados de flores y plantas.

Hoy me doy cuenta de que el abuelo no era tan alto como lo veía de niña, siempre fue pelado con pocos  cándidos cabellos que aún resistían a los vientos de la lucha. Cuando imagino su figura siempre me visita con una camisa blanca mangas cortas, pantalón gris y sandalias franciscanas. ¡El abuelo nunca se abrigaba!, la puerta al patio siempre abierta, inviernos y veranos.

A pesar de que había nacido en Jerson, un lugar de Ucrania, decía que era ruso, con mis once años alcancé a percibir que para él no existían los países, las fronteras, los credos; es por eso que tal vez como pocos judíos, un pueblo que se preocupa  por conservar sus costumbres, que se arraiga tanto a sus tradiciones, en su casa nunca se practicó la religión sino solo por medio de pequeños festejos de fechas importantes a través de las comidas que la abuela se encargaba de preparar.

Es una nube calentita y suave que me roza los ojos del recuerdo aquellas reuniones familiares en donde jamás hubo discordias, en donde el pertenecer a una familia judeocristiana nunca fue motivo de desencuentros entre mis abuelos, sino que se respetaron y elogiaron; cuántas veces he oído a mi abuelo Carmona decir: "¡qué buen hombre era don José!, y es cierto, el abuelo José era, sí, un buen hombre. Si su mayor pecado fue el dar, el dar compulsivo, su desinterés por lo material, que lo llevaron a quedarse sin nada. Su desinterés y su honradez, pocos son hoy como mi abuelo, seguro tendríamos un mejor país. Es cierto, muchos pueden criticarlo, tal vez fue un error, pero él era feliz así, era su forma de vivir. Sin protocolos, sin vueltas, con el alma simple siempre abierta, desparramando golosinas para sus nietos amados; ah, y la lapicera; "¡abuelo, que linda lapicera!", "te gusta, llevala”, y cuantas más así. Ya lo dije, tantos te habrán enjuiciado, pero hoy en este mundo capitalista, tipos como vos harían falta.
   El abuelo José se marchó un día dejándome de regalo dentro del cofre dulce del corazón su sonrisa buena, su voz peculiar, su mirada que quizás guardaba alguna pena; se llevó su generosidad y sencillez y sobre todo su grandeza. Pero se quedó flotando en la nube blanca y suave que acaricia los ojos del recuerdo. El abuelo José, un buen hombre.


Teresita Medina-Miramar, Florida, Estados Unidos/Marzo de 2011

     La   Vejez

La  vejez,  es  un  acto  físico
No  mental…
Si  te  miras  sólo en  tu  espejo  visual
Sólo captarás: (tú  último período)
Pues  no  sabes  mirar, más  allá  de  tu  Piel
Pero  si  cuando  te  miras
Visualizas tu  alma  y  crecimiento
Cuántos frutos  te  dieron
Cuántas  veces   saciastes   tu  hambre y  tu sed

Entonces  pesa  y  compara
Para  saber si  supistes:   cosechar  y  valorar
Los  recuerdos  felices
Cuando  tu  risa,  era  plena  y  sin mueca
Porque  supimos vivir: momentos  especiales
Y valoramos  lo  bello  del  Vivir
Entonces  no  es  grieta: es  sublime  y  tersa
Aunque  otros  sólo  vean 
La  vejez  de  su  Piel.

Nemesio Martín Román- Arias, Provincia de Córdoba, Argentina/Marzo de 2011




El día decisivo


Sonrió, aunque el cansancio lo doblegaba, sonrió. El viejo aborigen no había mentido. Sin duda, allí, a pocos pasos, estaba el tesoro tan largamente ambicionado.
Por fin su vida plagada de peligros y desventuras cambiaría. Encontró al hechicero casi moribundo y le salvó la vida. Él, siempre propenso a quitarla; a cuántos viajeros desprevenidos había “liquidado” por menos que nada. Sus andanzas y fechorías quedarían atrás, estaba harto de escaparle a la policía y andar a salto de mata; buscando un porvenir, un buen pasar cada vez más esquivo. Y ahora, gracias al único acto caritativo –seguía sin entender por qué lo había hecho-, tendría su recompensa. Cuando el anciano mencionó en su delirio “pepitas de oro del tamaño del puño de un hombre”, no estaba equivocado, seguramente en el filón principal fuesen así a juzgar por las halladas junto al río.
Echado de bruces, bebió otro sorbo de agua fresca, lo saboreó con deleite, llevaba mucho tiempo sin disfrutar de un manjar semejante. Se incorporó, miró en derredor y con la alforja al hombro echó a andar entre la espesa vegetación; según los dichos del viejo jíbaro, la mina quedaba cerca. Sólo debía hallar una caverna profunda en la zona rocosa y sería el hombre más rico del planeta.
Distraídamente, acariciaba entre los dedos las tres pepitas encontradas junto al agua, eran grandes, ¡inmensas!, nunca había visto otras de ese tamaño. Aprovechando una “picada”, abierta seguramente por cazadores, apuró la marcha. En esa senda leve, casi imperceptible, halló varios granos auríferos, testimonio irrebatible del paso de un minero por la misma. Al ir declinando el sol, temeroso de pasar la noche entre la maleza expuesto a las innumerables fieras de la selva; decidió abandonar el caminito y abrirse paso con el machete; yendo en línea recta arribaría antes a las estribaciones de la montaña; allí podría descansar hasta el amanecer.
Llegó desfalleciente, con la noche encima. Sumido en la más completa oscuridad, encontró una cueva y trastabillando se internó en ella; dio un par de pasos, volvió a tropezar con un guijarro y cayó boca abajo.
La fatiga y Morfeo lo vencieron.
Sus sueños fueron descabellados, pero majestuosos, bellos: se vio rey, amo y señor de enormes extensiones; hasta escuchó las estentóreas voces de sus súbditos aclamándolo y el batir de los tambores tocando en su honor.
Los gritos arreciaron, las voces sonaban enardecidas, y las manos golpeando los parches intensificaron los redobles.
Regresó del ensueño con una molesta sensación en muñecas y piernas. Estaba atado. ¿Por qué? ¿Qué extraño hechizo lo dominaba…? Tan luego hoy, precisamente hoy… ¡El día decisivo!
Miró hacia el interior de la caverna.
Vio una enorme montaña de esqueletos humanos y huesos esparcidos por doquier…
Afuera, la algarabía crecía y crecía, salvaje, demencial.
Los nativos celebraban por anticipado la perspectiva de la inminente pantagruélica comida. Gracias a “la infalible magia” del viejo hechicero, una vez más, la tribu disponía de carne fresca.

Patricia O. (Patokata)-República Oriental del Uruguay/Marzo de 2011



ULTIMO INSTANTE

Sobre la camilla de la  morgue quedó su cuerpo, parecía dormida.
Parecía soñar con el último instante en que lo vio en la vereda de enfrente saludándola.
La ansiedad por perderse en esos labios amados la llevo a jugar una pulseada con la muerte en ésa avenida...ella perdió.


Rosalba Pelle Mancuso-La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

SILENCIO 1


Cuando peor aquí
más te instalas en mi alma.

Cuando más hambre
más anhelo atravesar el océano.

Cuando más humillan
más me obstino en escribir,
escribir el más bello poema 
que te cante,
En mi silencio.

Nilda Antonia Pigazzini-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

La Cruz

Desde siempre
La pasión oscura
Inquieta boca
donde la razón
se oculta …

Raro existir
ciega lasciva ,
Hoy solo extraños
Recurrentes  …
Casi amigos


Desordenando la noche
Ruedan las  imágenes
 Me perturban
Inspiración confusa

É l esta , todo vuelve

Los poemas me condenan
Cancer ombligal donde
La pasión perdura,
Inocencia de niña
Compulsiva ,

Él   desde su lugar
 solo…
Observa.

Raquel Piñeiro Mongiello-Funes, Provincia de Santa Fe, Argentina/Marzo de 2011

PÁRPADOS

Un trozo de mirada cava por dentro,
corporiza antiguas confesiones,
yo, tengo miedo de estar fuera de la realidad
cuando creo no saber nada de mí
y algo aparece a desandar, los gorriones del alma.
No se que dicen estas fatigas,
ni este arrojarme a la lluvia así porque sí,
no se tal vez para huir
y no quedarme como una huérfana,
en los sitios juguetones de ayer.
No se quizás ya duelan menos las cosas
o esté distraída y no me de cuenta
que algunas palabras ya miran a la distancia
e insisten en escribir, todo lo cómplice que hay
en estos párpados abiertos de la tarde.

Humberto Pinho Da Silva-Porto, Portugal/Marzo de 2011

ESCREVER PARA QUÊ ?




Por vezes interrogo-me: escrever para quê e para quem? Não está tudo dito? Limito-me, em norma, a repetir o que já foi escrito e pensado décadas atrás.
Sem duvida de erro, poderia asseverar: todo o escritor é plagiador, já que usa a experiência, o saber, as ideias dos que o antecederam; e não é desdouro.
 Moliére não imitou “O Vaso de Oiro” de Plauto, ao escrever “ O Avarento”?; e o Rigoleto de Verdi não foi baseado no “ Le Roi s’amuse de Vitor Hugo?; o próprio Eça não foi acusado de copiar Júlio Verne, Zola e Flaubert?
Disse: não é desdouro, e penso que disse bem, desde que não se copie formalmente; porque o escritor ou poeta, não o é espontaneamente, mas fruto de leituras e influência de um ou vários consagrados.
 Se há diferenças, é no jeito como observam os acontecimentos, e os vê coados pela sensibilidade, modo de pensar e formação cívica e moral.
Tal como o escultor, que do bloco de mármore, arranca a estatueta, de harmonia com o gosto e sensibilidade, o escritor, com a pena, versa temas conhecidos, transmitindo-lhe seu modo de pensar, no estilo ou modo de dizer próprio.
Também o articulista escreve, porque sente precisão de comunicar o que pensa; e escreve para reduzido número de leitores, que possuem igual sensibilidade e idêntico modo de estar na vida.
Costa Barreto, conhecidíssimo jornalista do extinto matutino “ O Comércio do Porto”, afirmava, que os periódicos não têm leitores, mas sim os colaboradores; e acrescentava: compra-se o jornal para ler A ou B, e muda-se de gazeta, se o cronista passa a escrever a coluna noutro periódico.
Dizem que se deve ler muito; eu direi o contrário: leia-se o que merece ser lido.
E o que merece ser lido?
Além das obras fundamentais, escolha-se, na floresta dos livros, os que tratam assuntos, consoante o gosto de cada um.
O que interessa para A, pode não ser para B.
Deve-se ler, igualmente, jornais e revistas, para confrontar o nosso parecer com o dos cronistas, e adquirir conhecimentos sobre as correntes de opiniões em voga.
Sertillanges recomenda não ser devorador de livros, mas que se seja criterioso na escolha, e buscar o melhor sobre a matéria a estudar; porque os livros repetem-se, e na maioria não passam de cópias, apenas revestem assuntos sob o ponto de vista do autor, exposto com mais ou menos beleza literária.
Em suma: leia-se obras que sirvam para melhorar a nossa formação, mormente as escritas em boa e vernácula linguagem; e o jornal que verse temas variados, e mostre o mundo sob ponte de vista de comentaristas de boa e sólida formação moral.

Juan Manuel Ponce de León-Provincia de San Luis/Marzo de 2011

ALEJANDRA PIZARNIK


Ayer masticó olvidos en ayunas.

Descascarada la tierra también escuchó el grito
de tu voz enfurecida
rompiendo horizontes de silencios,
rompiendo, armando y volviendo a romper el poema.

Decapitadas muñecas
gritaron con rocío en la voz
en la altura del relámpago que amanece:
¿cuántas veces matamos
a los hijos que no tenemos?