Revista Literarte creada en Noviembre de 2001 para la difusión de todas las disciplinas del arte.Declarada de Interés Cultural por el Honorable Concejo Deliberante de Vicente López en Diciembre de 2002. DECLARADA DE INTERÉS CULTURAL POR LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA PRESIDENCIA DE LA NACIÓN ARGENTINA SEGÚN RESOLUCIÓN 1706/10, en Junio de 2010 Si querés publicar tu texto, música, pinturas, esculturas, danzas; enviá el material a: revistadigitalliterarte@gmail.com
jueves, 24 de octubre de 2019
Luciano Diego Zavala Cofone-Argentina/Octubre de 2019
Prohibida
Si lo hubiese sabido antes
Nunca, te habría mirado
No puedo partirme en dos
Eres tú, o mi amigo del alma
Estuve, a punto de ceder
Ante la peor tentación
Iba a perder, un gran amigo
Solo ganaría, su eterno odio
Y todo, por una misma mujer
Seguro, me arrepienta de esto
Pero debo decir, basta para mí
Priorizo mi amistad de años
Una pollera no me confundirá
Federico Skliar-Argentina/Octubre de 2019
Bombonera única
Bombonera que
tiembla
Cuando un
hincha cantara
Defendiendo las
banderas
De un azul
y amarillo mas
Papelios en
el pasto
Y un recuerdo existencial
Martinez y
el alambrado
Al un
gol frente
A river
lograr
Es la doce
que te aturde
De un canto
original
Viendo vieja
rebeldía
Al boca
jugar en paz
River todo
arrodillado
Y un boca
que burlara
La defensa
de unos cuatro
Que para
nada servirá
La bombonera
te derrite
El pasto
nombra la verdad
La bombonera
es un himno
Que respetara
estará
Luis Tulio Siburu-Argentina/Octubre de 2019
LA CUCHARA CON INICIALES
-Luisito,
Luisito…me grita mi madre desde el balcón de Centenera a la vereda de Alberdi,
donde estoy jugando un cabeza con el Negro….vení a tomar el Nervigenol…después
no me digas que la maestra te puso cero en Castellano porque no te acordás de
la conjugación de los verbos…
Y
allá arriba, en el extremo de la larga escalera me esperaba Electra, a la que
algunos le decían Rubia y otros apenas Ele, con la cuchara colmada de un
líquido rojizo pero de buen gusto.
En
aquella época – capaz que era así nomás – todos te decían que el Nervigenol era
lo mejor para la memoria y sin él no tenías tanta chance de pasar de grado,
salvo – por supuesto – que fueras muy estudioso y no perdieras tiempo jugando –
como hacía yo - a la “milanesa” con las Starosta o corriendo cochecitos
preparados con bujías por el cordón o pateando la de trapo hasta que caía el
sol.
Era
constante la vieja, pobre, a pesar de las horas de trabajo en Salud Pública en
Paseo Colón y los largos viajes ida y vuelta en el subte de punta a punta desde
Primera Junta a Plaza de Mayo, siempre se hacía tiempo para prestarme atención.
Por
suerte pude darle el gusto de verme terminar la primaria y la secundaria,
lástima que no me vio recibir el título universitario, la parca se adelantó
justo dos años y se la llevó.
Ahora
que pienso, hasta hace poco andaba por acá en casa una cuchara antigua, esas
grandes llamadas soperas, de un metal desgastado y veteado, que estoy seguro
era de su juego de cocina, aunque a veces se mezclaba con las de la abuela,
porque vivíamos juntos.
Capaz
que era la portadora del Nervigenol, pero más la recuerdo porque alguna vez
tuvo el calor de la mano de Electra. Si la encuentro – porque las cosas viejas
se van perdiendo como los seres queridos – trataré de grabarle sus iniciales,
justo las de ella que tenía tres nombres nada comunes. ENARS sería exactamente.
Electra Nióbide Ariella Rovere de Siburu, porque ella usaba el apellido de
casada como una religión.
Homenaje
a una madre que le daba Nervigenol a su hijo para que recordara los verbos.
Como sonreiría ahora si supiera que Luisito escribió seis libros y todos se los
dedicó a ella y además, con pocos errores en los verbos, casi ninguno apostaría,
gracias al Nervigenol que la Rubia no olvidaba darme todos los días.
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