viernes, 23 de septiembre de 2016

Favio Eduardo Santiago (28 años)-Villa la Angostura, Argentina/Septiembre de 2016



HABITAR DIFERENCIAS

Inexorable tu palabra cuando se pone a replicar,
en los otoños penetrados, te conmueve si es letal.
Alucinas desde entonces cuando rebrotan tus elogios,
quiebran razones colectivas, mantienes nublado los ojos,
se manifiestan de a uno sin esquivar ningún rostro.
Enlazados por los vientres, las manos ardientes, laboriosas,
sueltan cultura latente, gargantas duermen forzosas,
vuelves tan limpio de cuerpo, otros se van con sus moscas.

Tres lunes en dos abriles sueltan lágrimas, despertar,
el desvelo no te deja insinuarles claridad, empezar,
y abandonas un suspiro cuando quieren regresar.
Conocimiento que no deja asimilar,
hace tanto que lo tienes, todavía si lo puedes,
soltar la vida y caminar,
abrazarás tus alas, libertad.

Génesis Sánchez Díaz (16 años)-Ecuador/Septiembre de 2016



A MERCED DE LA RAZÓN

(Accésit)
I CONCURSO INTERNACIONAL GENERAL DE REFLEXIÓN DE LA COMUNIDAD LITERARIA Y DE ARTES PLÁSTICAS INFANTO JUVENIL "AVENTURAS DE PAPEL" (MAR DEL PLATA, ARGENTINA)

En varias ocasiones he sentido perder mi cordura. A veces no encuentro relación en lo que hablo ni en lo que escribo. He llegado a pensar que soy víctima de mis propios impulsos, que propician ser involuntarios. ¿Que estoy pensando? Resulta ser más complejo que saber ¿Que estoy haciendo? ¿Actuaba sin pensar o actuaba pensando? Era obvio que iba a arrepentirme de cualquier cosa que dijera sin pensar y que callara esas cosas que estaba pensando. ¿Sería por miedo a ser honesta o simplemente porque creía que eran palabras vanas en ese momento, en ese instante, donde debería decir todo lo que pensaba? Tendía a ser taciturna y pusilánime. Solo sé que necesito más audacia, para decir lo que quiero, sin temor a lo que pueda pasar.

Cecilia Ortiz-Argentina/Septiembre de 2016



Corazón guerrero


Voy por las letras de todos los nombres
los aprehendo en mis labios
como amaneceres de dicha.
Nombre de mujeres
mientras la luna enciende
sus talismanes
y mi corazón se hace una calle blanca
donde no pasará el dolor
ni se alojará la tristeza.
Mis senos emanan
la riqueza de mi estirpe
acunando vigilias
para coronar la alborada.
Voy por cada letra de todos los nombres
ellas se hacen canto
(nuestras voces acompañan
estas horas de corazón guerrero )
Nacimos hermanas
y nuestros nombres se hacen imagen
en una tierra sin ocasos.


Antología: Mujeres y sus plumas. Editora- Mabel Coronel Cuenca

Carmen Membrilla Olea-Guadix, España/Septiembre de 2016



A través de huellas perpetuas,
de pasos gigantes,
de noches que pasan...
Así es como las horas se sujetan a la vida.
Diseño de sueños.
Avance del viento.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Salvador Guerrero (28 años)-El Salvador/Septiembre de 2016



PIDO UNA CANCIÓN

Por los ocultos en el silencio pido una canción.
Por los perdidos, por los que se extrañan.
Los que salieron en busca del día y encontraron la fría noche,
Víctimas de las circunstancias en este pulgarcito.
Recuerdos andantes, sueños perdidos y dolor de otros.

Y una por los que te arrebataron los veinte y tantos encima,
Y ahora vives en las ojeras tus amados
Que aun esperan verte aparecer en la esquina.
Y una por los hijos jamás conocidos.
Por las palabras nunca dichas
Por la felicidad y los amores perdidos
Y las despedidas que nunca llegaron.

Y pido una canción por esta tierra de nadie, olvidada por dios
Donde la vida son solo blancos móviles.
Por la lluvia de lagrimas y sangre que cubre a nuestros compatriotas.
Y una porque El Salvador esta gritando.

Por los caídos, militantes de esta vida
Por los desaparecidos esperando en
El silencio llorando por ser encontrados.

Y una más por la sangre en la memoria;
Para que el pueblo despierte y ya no cantar sobre la muerte.

José Alexander González Quizhpe (18 años)-Ecuador/Septiembre de 2016



RECUERDOS DE MAMÁ

 
(Ganador
I CONCURSO INTERNACIONAL GENERAL DE REFLEXIÓN DE LA COMUNIDAD LITERARIA Y DE ARTES PLÁSTICAS INFANTO JUVENIL "AVENTURAS DE PAPEL" (MAR DEL PLATA, ARGENTINA)

Una lágrima cae en tu foto, en la fotito que te tomé, madre mía, lucías tan radiante, cual quinceañera. Alegre fue ese momento, reíamos, cantábamos, soñábamos en grande.
Pero un día, el orgullo corrompió mi alma y más el dinero y los placeres me importaron, sin saber que muchos dolores te afectaron, pasó el tiempo y por cada día de dolor que tu corazón sentía, una arruga poblaba tu bellísima faz.
Cuando me llegué a arrepentir de lo mal que me he comportado, me rasgo la ropa, mi cara, mi alma, al saber que ahora ya no me arrullas sobre tu regazo, me acompaña una pena muy grande, ya no siento tu compañía, pero sé que ahora acompañas a nuestro Señor en su santa morada, como el más maravilloso ser angelical...
(Mientras tu vieja sigue con vida, apreciala y quierela mucho , pesé a los problemas que tengas).

Ezequiel Cámara-Mar del Plata, Argentina/Septiembre de 2016



EL NIÑO DE LOS DISCURSOS

El Niño de los discursos tejía diversos discursos a lo largo del tiempo. 
Esos discursos eran uno y eran varios a la vez.
Por momentos decían una cosa, y después otra que contradecía a la anterior.
Ese niño era muy inteligente, le llamaban de apodo "El ser del lenguaje",
fueron tantos los significados que emanó a lo largo del tiempo que su discurso se automatizó, y comenzó a curvarse sobre sí mismo. 
Al punto que esas palabras se vaciaron de su contenido vital. 
Era un lenguaje autorreferencial, ya nadie lo podía entender, en cierta manera era un discurso complejo, ya no era ese discurso sencillo al alcance de todos y por lo tanto se fue haciendo cada vez más hermético, en otras palabras ese discurso se fue deshumanizando.
Las personas que antes se acercaban al niño de los discursos para escuchar palabras tan hermosas hoy se alejaban ante tanto hermetismo, la humildad que lo caracterizaba ahora daba lugar a una soberbia de corte intelectual, filosa lastimaba al mero contacto, la gente temía a esto porque hería en lo más profundo dejando un amargo sabor en el alma. El Niño de los discursos sentía orgullo de mostrar toda su "sabiduría" y siempre desplegaba sus armas simbólicas quitándoles el derecho a expresarse a los otros que no tenían las múltiples lecturas de él. 
Cuando el Niño de los discursos quiso darse cuenta ya era tarde, su hermetismo había destruido su esencia. Ya no había más nada que decir, las palabras eran carentes de significados.

Dedicado a mis compañeros y profesores de la carrera de letras

Justina Cabral (29 años)-Mar del Plata, Argentina/Septiembre de 2016

Título: FloresTécnica: digitopintura y pincel

María Esther Ruíz Zumel-España/Septiembre de 2016



  AMAPOLAS

                                  Las amapolas se desangran 
                                  en la noche.
                                  Extendiendo en el alba
                                  capotes granates.

Federico Skliar-Argentina/Septiembre de 2016



kurt  cobain

agarró un arma un día no dudó  en apretar  ese gatillo, 
que conocía y con el que esa tarde vio su final,
era un lider de una banda con raza de rock and  roll, 
aquel  que hipnotizaba a cada generación con su canción, 
tenía  el pelo rubio la triste mirada invernal, 
y esa juventud de paso que en la tierra supo dejar,
tantos fanáticos del mundo lloraron ante la realidad,
que el talento  de una persona  ya no hiba a crear jamás, 
y  nacía la leyenda de un rebelde de verdad que rompía,
la conciencia de quien lo sabría escuchar, 
informales guitarras  que solía  utilizar,
cambiando el destino de una  melodía  ante la canción sonar,
kurt cobain  era distinto drogas  supo probar,
cuando al rock and roll de un siglo lo iba sólo a plantar. 

Luis Tulio Siburu/Argentina/Septiembre de 2016



El exprimidor
Tabaré, como buen uruguayo, era tranquilo, de modales cuidadosos, simpático hasta en sus silencios. Había llegado de su Durazno natal en la década del 70 buscando trabajo en Buenos Aires. Se entusiasmó con un aviso de Clarín que pedían un subencargado de cocina para un restaurante del centro y el lunes a primera hora estaba en la fila de aspirantes.
Cuando tocó su turno, pidió permiso al entrevistador para sacarse el saco porque el calor porteño apretaba. Abrió su carpeta con los antecedentes personales e incluso algunas fotos de su experiencia que lo mostraban preparando los tradicionales chivitos al asador y el chajá. Lentamente le fue explicando sus habilidades y el éxito de sus exclusividades entre los clientes, hasta que le llegó la pregunta de rigor…¿ Y si le iba tan bien por qué no se quedó allá ?... 
Entonces contó que quería progresar tanto en su oficio como económicamente y que la gastronomía argentina era mucho más amplia y daba mejores posibilidades. Parecieron convencerle a su interlocutor las palabras de Tabaré y lo citó para una charla con el dueño  del restaurante.
Lo esperó un rato largo una mañana sentado en una mesa de un ángulo del salón hasta que apareció. Era un hombre joven, robusto, con traje espigado y broche en el nudo de la corbata, algo así como un playboy  de la movida nocturna. Lo saludó a Tabaré con sequedad y escuchó de él lo aprendido en sus anteriores actividades.
Luego le planteó enseguida las necesidades del local. Rapidez en el servicio aún a costa de la calidad. Los clientes venían por el nombre y la fama más que por el gusto o tamaño de las porciones en los platos. Había solo un medio día libre el lunes hasta las 16, porque a la noche lo tenían contratado fijo los del Club de Ingenieros. Esas horas no se pagaban extra, se compensaban en caso de alguna necesidad familiar. La vajilla y accesorios standard eran de la casa. Si algún chef o ayudante quería utilizar algún elemento sofisticado, se lo tenía que traer por su cuenta. Había un pequeño bañito al fondo para asearse al fin del turno y se pagaban salarios estrictamente de acuerdo a lo que decía el convenio gastronómico, sin premios de ninguna especie por logros o productividad.
Tabaré tenía entusiasmo, necesidad de un trabajo, algunos “sartenes y ollas” especiales que garantizaban terminar muy bien recetas muy personales. Pero también orgullo y dignidad. Se levantó despacio como siempre, le dio la mano y le dijo: “Gracias, no es para mí”.
Sorprendido – ya que se había dado cuenta del conocimiento del oficio de quien tenía delante - el dueño le preguntó qué es lo que no le gustaba o estaba faltando allí. La respuesta llegó en voz baja, como cayendo mansamente de una cuchilla oriental…
-Sabe amigo, la vajilla y la casa está toda en orden. Ocurre que de tanto gozar chupando naranja con la boca, le he tomado idea al exprimidor que cuelga de aquél gancho…


Nilda Beatriz Sena-Provincia de Corrientes, Argentina/Septiembre de 2016



PROMESAS QUE SUENAN BIEN

Intensa actividad en los volcanes
que viven en cabeza y corazón.
Tendencias que se transmiten en la voz.
No importan límites si no lo ves.
Ni gestos obscenos si escondidos están.
El dramático rescate nunca sucederá.
Promesas vuelan en aire
con campanas de nunca acabar.
Epidemias de mentiras sin frenar
con ángeles de la guarda asfixiados
por la fuerza del cruel volcán.
Solo es necesario hacia otro lado mirar.
Pronósticos perdidos en alguna parte
que nadie supo escuchar.
Las promesas  se renuevan sin miedos;
Todos saben que nadie cumplirá.

Alicia Scordomaglia-Argentina/Septiembre de 2016



  HERIDA PROFUNDA

Mariposa sorprendida
En iluminada noche otoñal…
De pronto
¡Miedo!
Hondo estupor que se adhiere a la piel
De miradas inocentes…
¡Pobre corazón azul, blanco y rojo!
Metrallas impunes te han herido…
Cobardes asesinos
Han manchado tu nombre
Como miles de alfileres
En alud descontrolado…

Y sufres…
Te preguntas…
Te conmueves…

¡Llora desazón!
Que en la ciudad del amor
Almas puras se desangran
Sin encontrar razón…
En recuerdo a las víctimas del atentado en PARIS 20-11-15

Edelweys Schaffner-Uruguay/Septiembre de 2016




 MOLINOS DE VIENTO
Anda el viento con sigilo,
Entre las ramas…
Parpadea con el frio,
Y se aleja temeroso.
Los remolinos juegan
A despeinar la grencha larga de la palmera.
Mientras el molino,
Da vueltas y vueltas.
Molinos de viento que arrastran,
Hombres, mujeres y conciencias.
Como las hojas por las calles,
Vuelan y vuelan.
Ocaso de mentes cansadas,
Que se hartan de rodar y rodar.
Bajo el ojo cíclico de infinito.
Bajo la vibración ancestral.
Molinos de viento,
Que disuelven pensamientos,
Que no pueden procrear…
Porque el mundo no tiene palabra,
Y ya no queda un Dios,
A quien le puedan rezar.

Ana Romano y Rolando Revagliatti-Argentina/Septiembre de 2016



Instancias

Solloza una sombra
contradiciendo
la bravuconada
del personaje
que objeta
a su autor.

Ana Romano-Argentina/Septiembre de 2016



Barahúnda


Platinados espolones
delimitan
encubrimientos
Decoran
las palabras
gargantas
Es en la codicia
que las querellas
sobreviven relamidas
Y el vínculo
se desangra
en el sarcófago sonrojado.

Agustín Rojas-Chile/Septiembre de 2016



COSA DE REYES

            En una tarde de otoño, del siglo XVII, el Rey del pueblo de Saladillo, salió a pasear por los hermosos jardines de su palacio, en compañía de su Dean, el Camarlengo del Cardenal y un vasallo. Más allá de estos lugares, un profundo bosque evitaba el contacto con la pobreza y desesperanza de los súbditos.
            Esta vez, sin embargo, quiso ir a comprobar los rumores que llegaban a sus oídos sobre las paupérrimas condiciones de vida de sus pobladores. Atravesó el bosque, y antes de salir de éste, el vasallo les hizo entrega de un sayo y un par de ojotas de esparto, para no ser reconocidos.
            Vistieron las prendas, ocultando sus rostros y el ropaje real. Se convirtieron en un grupo de peregrinos, como tantos otros, que pasaban a diario por el villorrio. Recorrieron las pobres callejuelas sumidas en el barro, se enfrentaron cara a cara con la muerte. A ésta le arrebataron un moribundo que se arrastraba asido de una de sus piernas. Acompañaron largo trecho el sepelio de una abuela muerta por el escorbuto, enfermedad común en la aldea, debido a la mala alimentación y extrema pobreza. Fueron testigos de la riña de varios hombres por una hogaza que el palacio hacía llegar, una vez a la semana, al poblado.
            Ante tanta calamidad, el corazón del monarca se conmovió y ordenó al Dean repartir, al día siguiente, harina para que en la aldea se preparara este vital alimento. También ordenó hacer entrega de terrenos aptos para el cultivo de granos y hortalizas; mejorando de esta manera, la vida de los pobladores.

            Al atardecer, de regreso al palacio, la comitiva encontró a dos hombres sentados sobre una roca, llorando copiosamente. El monarca de acercó a ellos y les preguntó:
            -¿Por qué lloran?
            Uno de ellos respondió:
            -Lloro porque mi amigo llora, y él llora porque ha muerto la cabra con cuya leche alimentaba a su pequeña Emilia.
            Interrogado el segundo hombre dijo:
            -Lloro porque mi amigo llora, porque lloro la muerte de mi cabra, con cuya leche alimentaba a mi pequeña Emilia.
            El Rey volvió a preguntar:
            -¿Dónde está la cabra muerta?
            Al unísono ambos respondieron:
            -¡Allí... tras ese matorral!
            -Vayan a ver – dijo el Rey.
            Los acompañantes del monarca respondieron:
            -Acabamos de pasar por ese lugar y nos llamó la atención una cabra que estaba alimentando a su crío. Los afligidos hombres corrieron a ver tal milagro.      
            Efectivamente, la cabra alimentaba a su crío. Con la sorpresa reflejada en sus rostros, los hombres, volvieron la mirada para buscar la comitiva; sólo alcanzaron a ver cuando ésta se perdía tras una cortina de luz que interponía la puesta de sol, allá lejos, en el rojo horizonte... 

           

Liz Vanesa Rodríguez-Colombia/Septiembre de 2016



EL PRADO
Altas cómo flechas las flores del nenúfar con sus pétalos blancos  se  alzaban delante de sus  ojos, era el final de la travesía y el comienzo de su tan anhelada paz: Estaba en casa. No era propiamente una mansión, más bien parecía un montón de palos secos apilados al azar, sin embargo, para Suzanne era su hogar, caminó por el prado cubierto de musgo enmarañado y verdoso hasta la cabaña, a medida que lo hacía el perfume de los lirios  la trasportaba a un mundo de antaño, un mundo sin guerra, sin hambre, pero sobretodo un mundo sin dolor.
En cuanto giró la perilla rústica se encontró con el cuarto tal y cómo ella lo había dejado: una poltrona de cedro envejecida cubierta con una frazada de cuadros rojos con negro  le daba la bienvenida, junto a ésta un termo terracota en el que solía depositar té de manzanilla con miel, la única cosa que sabía cocinar y  sobre un cajón la foto. Esa imagen de aquel chico de altura media, fornido, cabello marrón que le caía en ondas sobre la frente, piel arena  y ojos negros que denotaban una melancolía extrema. Su solo recuerdo la desmoronó por completo ¿Cómo iba a poder seguir adelante sin él?
 Suzanne olvidó su alegría, se sentó sobre la poltrona que emitió ese familiar crujido y recordó ese día en que la lluvia caía en implacable manta de agua helada robándole hasta el mismo aliento. Toda la ciudad parecía ajena a su dolor excepto él. Esa suave mirada se le había clavado en lo más hondo del alma haciéndola sentir limpia por primera vez en muchos años, era el primero que no la juzgaba, más bien parecía comprender el porqué escapaba de casa en cuanto su padre llegaba a ésta, el hombre que se suponía debía protegerla ya había intentado tocarla sin su consentimiento un par de veces.
Ella, desconfiaba de todos, más esa noche sin sueños ni luna todo cambió. Allí estaba justo en medio del puente color platino de rocas resbaladizas y techo agujereado mirando las estrellas ese chico de mirada melancólica y alma apacible. No hubo entre ellos un diálogo fluido, más bien sus ojos hablaron por ellos.
Tiempo después, él le diría que con su sola imagen las palabras habían quedado secuestradas en su garganta, dos meses después huyeron cuando Suzanne le confesó en el mismo puente que su vientre se sentía extraño, duro, amorfo y cómo si fuera una parte ajena a su cuerpo esquelético, en un principio creyó que se trataba de la peste que azotaba desde hacía años la región. Pero luego no estaba tan convencida.
No escaparon ocultos bajo el manto clandestino de la noche, el destino no lo hubiera querido así, más bien lo hicieron bajo un sol de agosto cuando los demás se disponían a realizar la feria de la cosecha. Era el momento adecuado porque la ciudad entera estaba atareada en colgar en cada casa los faroles color atardecer hechos de pergamino envejecido que darían la bienvenida al solsticio. Nadie pareció notar a los dos chicos que escapaban por el puente con agujeros, llegaban al prado de musgo florido y traspasaban la vieja quebrada a la que todos llamaban “La Doña”.
“Vaya nombre” pensó Suzanne acomodándose bajo la manta, queriendo desaparecer bajo esos cuadros descoloridos y faltos de emoción. Ella no estaba sola, en su vientre el hijo no nacido se acomodó también, de seguro él tenía las mismas preguntas que ella.