Anticipo del libro: El Vino, un dios que canta, de Miroslav Scheuba(*), prólogo de
Horacio Semeraro
Prólogo
Eterno y misterioso, el vino fue a través de la larga siesta de la historia y desde su atávico, ancestral origen, la bebida que concilió lo sagrado con lo
profano: el vino consagrado en las misas y la pasión eufórica de las Bacanales.
La mesurada alegría de la mesa familiar e inspiradas veladas de amigos, reconciliadas frente a noctámbulas vigilias de amor, locura y ensoñación. Desde Dioniso -su dios en la mitología griega- supo
inspirar y liberar las artes creativas. Así, el teatro, la música y la poesía,
gozaron de sus efectos benéficos. Por ello, el libro que nos presenta Miroslaw
Scheuba es un acierto feliz desde la
elección de su título. El vino del olvido de los malos momentos, el
conciliador de los hombres, el dueño de la musa , el del brindis que acerca y
hermana, el del frenesí, el de la pasión, el de lo sagrado y ritual, el de la confesión
sentimental o el del placer compartido, el del silencio , el del llanto, de la música o el del adiós. Todo está en este poemario,
integrado por versos, prosa poética, reflexiones y pensamientos en espléndidos
microrelatos con los que el autor, despierta en los lectores el apetito por la
buena lectura, como sabe hacerlo
con la comida de su
inigualable arte culinario.
Una frase sobre el vino, una cita, un autor obran seguramente de “disparador” de su ingenio y creatividad y
de su mayéutica socarrona -que muchas veces prescinde de la ironía- para componer, porque la brújula
de su sensibilidad y buen gusto lo guía
certeramente. En otros casos, epígrafes alusivos de autores célebres materializan
lo que el autor intuyó e interpretó
sobre el tema, como ocurre con la cita del poeta romano Publius Ovidius Naso: “Con suficiente vino, a
las preocupaciones les crecen alas” (poema 21 y 22). Dice Miroslaw en su poema 77:
“Si es poeta tu amante o amigo
/…/ Deja que busque la sonrisa del agua,/los pájaros del viento y la brújula
del vino. /Si tu amigo o amante es poeta,/ es un ser que escribe en las
alturas/ con la pluma que se arranca de sus alas”.Es que no se puede vivir sin
soñar. El autor lo sabe bién y por ello se cuida de –parafraseando a
J:L:Borges- “no cometer el peor de los pecados: no haber sido feliz” . De allí
que no solo nos deleita de buen ánimo con
sus comidas y ocurrencias-porque es feliz con ellas- también nos entrega su poemario
con una pizca de humor, unas cucharadas de anécdotas oportunas y mucho afecto e
ingenio, cocinando a fuego lento y adentrándose
en la historia para rescatar el espíritu
del vino, la esencia de la poesía , compartiéndola con los lectores.
Merecen
citarse por su elaboración e inventiva, los apartados: El vino entre Afrodita y Eros,
Un poco de vino lírico y Vino antiguo y
poetas griegos modernos. En todo el libro, nos encontramos con citas de
relevantes poetas, amigos, conocidos, acompañándonos como si estuvieran en
casa, con la calidez de sus palabras.
No deberá buscar el lector en estos poemas, la métrica o la
estructura clásica, porque no la hallará seguramente. Miroslaw escribe en verso
libre, con la licencia que la generosa poesía otorga a todos para expresarse.
Su espíritu esquiva las ataduras. Y
entonces surge la inspiración y se eleva el relato; le crecen alas a las
preocupaciones y con las plumas que arranca escribe sus poemas, que alterna
aleatoriamente – a veces de una manera que sorprende por sus ocurrentes
mixturas- con los relatos.
En suma, El vino, un dios que canta es un libro
ameno, ocurrente y refinado que debe
leerse como se saborea un buen vino: con tragos breves pero prolongados, paladeados placenteramente desde la alquimia de su
volatilidad. Permitiendo que las volutas de los pensamientos se liberen, ellas
también, transfigurándonos, proporcionando alas a nuestros sueños.
(*) Miroslav Scheuba es poeta y cocinero, como
gusta definirse a sí mismo. Conocido como "el cocinero de los
escritores", Silvina Ocampo y Bioy Casares fueron algunos de sus
complacidos y conocidos clientes.