domingo, 22 de junio de 2014

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Junio de 2014

LA MARGARITA


dedicado a Sara Owenn de Pistocchi
La conocí de niño a la Tía Sara Owenn--hija de Galeses- . Le compraron a mi madre, una pequeña casa con un extenso parque, pocos árboles y ninguna flor.
"Ya llegará el pájaro con una semilla en el pico y elegirá algún lugarcito"
Siempre la Tía repetía estas palabras. Llego el día . Al fondo, en el medio del parque,creció lentamente una margarita.
Era verano. Algunos de los chicos, asesorados por la Tía Sara, le poníamos -- al no tener sombrilla -- un enorme paraguas negro, que la protegía del fuerte sol.
Al llegar el otoño, le cortábamos todos los pétalos, esperando los fuertes vientos.
Con la primavera se puso hermosa, grande, erecta y muy blanca.
Siempre estuvo en el mismo lugar. La Tía ,con un mate en la mano se acercaba por las mañanas a ella, se secaba la mano izquierda---en un delantal ajado y cansado---la acariciaba y al tiempo lo volvía a repetir.
A la llegada del invierno, corrimos a protegerla con una frazada escocesa. No estaba. Miramos a la izquierda, no estaba. Miramos a la derecha, no estaba.
Entramos azorados a la casa, la Tía dormitaba cercana a la chimenea con abundante leña.
Su reposera Thonet, iba y volvía, impulsada por sus pies. Junto a ella , estaba recta y blanca, con todos sus pétalos.
La margarita, disfrutaba la compañía de una madura señora, hija de Galeses.

3 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Abel, es le mejor ejemplo del agradecimiento de las flores a las palabras, las caricias, los riegos y a todos los cuidados que se les prodigan. Gracias,

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Abel, es le mejor ejemplo del agradecimiento de las flores a las palabras, las caricias, los riegos y a todos los cuidados que se les prodigan. Gracias,

ALICIA CORA dijo...

Hermoso relato, un juego que agranda la belleza de una margarita. Me encantó Abel. Besos Alicia.