lunes, 23 de noviembre de 2020

Abel Espil-Argentina/Noviembre de 2020


 

KM4040

 

Por suerte, no me pasa nunca. Este relato, me lo realizó Fogonazo cenando en el Café de Los Hnos. García. Me hubiera gustado haberlo vivido, pero reitero que no fue así

El hecho lo vivió su padre en el 1960. Llegando al Km 4040. una bella muchacha sin bolsón o mochila, efectuaba el gesto con el dedo señalando la gentileza de algún chofer que la llevara lo más  cerca  de Pajas Blancas , Catamarca.

Llevaban varios Km y al Guapo Hombre Roberto Encidare le llamaba la atención tres hechos: el silencio de la muchacha joven y muy bella. El no decir una sola palabra y por último el sintético  pedido que le efectuó cuando detuvo el auto.

Solo le dijo:" necesito llegar a Pajas Blancas y gracias".

"Es un camino bastante solitario, tuviste suerte que pasara a llevarle a Pajas Blancas unos ponchos a  Doña Teresa”. La muchacha no contestó nada.

Al llegar, la muchacha le señaló la Iglesia y le dijo : "déjame ahí".

Roberto atinó a decirle, “estás con plata para ir al hotel"

La muchacha, roto su rostro -primera vez -- le contestó ,"soy la hija mayor de Doña Teresa"

"En ese caso te espero y no caminás las diez o doce cuadras que está de la Iglesia"

"No necesito, voy caminando"

Al bajar, Roberto escuchó un suave y conmovido:"Gracias"

En forma lenta avanzaba, mientras pensaba en lo sucedido. Sabía, después de tenerla tantos años como clienta que tenía cuatro hijas. Pero le llamaba la atención la muchacha en short, remera y alpargatas levantarla en el KM 4040. No llevaba nada que manifestara que estaba de viaje, la actitud tan silenciosa y hermética-. 

Doña Teresa lo recibió con el afecto de siempre, estaba declinando la tarde y le ofreció a que se quedara, tenía una casa al fondo del local muy grande. 

Roberto ya había entregado en varias localidades, quedando dos clientes; uno en Tucumán y el último en San Salvador de Jujuy. Por lo tanto, se quedó esa noche, esperando en la cena ver llegar a la muchacha que había traído.

Charlando con Doña Teresa y dos de sus hijas menores de veinte, él se animó a preguntar por el resto de sus hijas, cómo estaban. A la señora de rostro cálido y dulce se le transformó el rostro en un ser sufrido y entristecido. Roberto cauto y perceptible al hecho dijo: “Doña Teresa, disculpe, no es mi intención molestarla"

Ella, corrió hacia adelante el plato, cruzó los brazos apoyándolos en la mesa, contestándole:” Roberto, la vida en cada familia tiene hechos felices y no tan felices"

Iba a continuar la contestación cuando el hombre la detuvo: "Doña, por favor  no es mi intención molestarla y menos conversar de situaciones tan íntimas, disculpe Doña Teresa" .

Las niñas relataron que hoy habían comenzado a concurrir al coro de la iglesia y la cena continuó lenta y pesada.

La ayudó a la dueña de casa a levantar la mesa, y la señora lo guió  a donde estaba su cuarto. Roberto  le volvió a agradecer, y le solicitó que por favor si ella se levantaba temprano lo despertara.

Al quedarse solo y en el silencio del cuarto, pensaba si había hecho bien guardar el silencio de la hija encontrada en la ruta y en haberle preguntado por algo familiar.

El sueño lo abatió hasta el momento en que escuchó muy temprano golpear la puerta y a Doña Teresa pedirle que por favor apurara el levantarse.

Le pareció que estaba soñando cuando al segundo se higienizó, cambió y fue hacia la cocina donde estaba Doña Teresa llorando y  en sus brazos, con la misma ropa de la ruta, la muchacha que había dejado en la Iglesia.

Estaba eufórica Doña Teresa   le dijo "usted trajo a mi hija mayor después de once años que estaba en el Convento de las Carmelitas Descalzas en SALTA"

"Disculpe Doña yo la encontré en la ruta"

 "No me comprende Sr Roberto, usted llegó al negocio, cenamos y a la madrugada escuché golpear la puerta y era Manuelita que no podíamos ni verla ni conversar con ella durante once años".

 

 

05 de Noviembre del 2020

 

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